lunes, 9 de febrero de 2009

CAPELO ECLESIÁSTICO

Al hilo de la reciente entrada relativa al timbre diaconal, hoy se propone a su consideración, improbable lector, la existencia real del timbre eclesiástico: El capelo.Si se atreve con estas líneas es evidente que ya conoce perfectamente el sistema que, sabiamente, la Iglesia ha desarrollado para establecer la categoría jerárquica de los individuos que han recibido el orden sagrado. Pero, como recuerda, no solo el número de borlas que penden del capelo, sino el color, determina la categoría jerárquica. Gules para los cardenales, sinople para los obispos, púrpura para los monseñores y sable para los sacerdotes y diáconos.Merced al entretenido blog denominado orbis catholicus, hemos tenido la oportunidad de observar algunos ejemplos de capelos en uso, reales, de sable la mayoría, que se adornan con borlas cuyos colores reflejan el escalón que ocupan los poseedores en el entramado jerárquico eclesial.

El primero de ellos se adorna con borlas de púrpura que, puede inferirse, denota el oficio de prelado personal del poseedor. El segundo ostenta borlas de sinople que indican el orden sagrado episcopal de quien lo viste.El tercero es un capelo propiamente sacerdotal, con borlas de sable.
Por fin, un último ejemplo en el que el propio capelo, no solo las borlas, con su tinte de gules indica ser de un cardenal.
La foto que concluye esta efímera entrada presenta al arzobispo, después cardenal, Giovanni Colombo, tocado con capelo del que penden las borlas propias de su condición arzobispal.