sábado, 18 de septiembre de 2010

SÁBADO: IMÁGENES

Hoy se proponen a su inteligente consideración, improbable lector, una serie de fotografías que don Francisco José Sánchez Sánchez, viejo conocido de este lugar virtual, ha tenido la deferencia de remitir al correo asociado a este blog.
Recogen imágenes tomadas por Europa. En ellas se aprecia la sana ausencia de pudor heráldico que se manifiesta en la exposición de armerías en lugares públicos con todo su despliegue colorista, tan propio de nuestra ciencia, y que en estos reinos que son España son tan difíciles de observar.

Rothemburgo:

Luxemburgo:

Parlamento de La Haya:

Amsterdam:

Brujas:

Delft:

Y Bruselas:

viernes, 17 de septiembre de 2010

ARMAS NUEVAS

Convendrá conmigo, improbable lector, que es siempre interesante para un heraldista conocer los motivos, las causas que intervinieron en la elección de los diferentes elementos que conforman unas armerías.

Don Juan Ranea y García, marqués del Tamujoso, en el reino del Maestrazgo, ha tenido la deferencia de remitir mensaje, a petición de quien redacta este tedioso blog, dando cumplida explicación de los motivos que condujeron a la adopción de sus armas de nueva creación.

Armas, no obstante, que la comunidad heráldica conocía a través de la página de don Ignacio Koblischek, el imprescindible RIAG, y por medio del siempre deslumbrante (y según palabras expresadas en su propia página gratuíto) arte manifestado en el blog de don Carlos Navarro Gazapo.

Las armas de don Juan Ranea se blasonaron en RIAG según esta fórmula:

De oro, una cruz especular trebolada de sable, en punta ondas de azur y plata cargadas de un cisne de lo mismo picado de oro.

Cimera: una corona de doce puntas ó de hidalgo antiguo de oro sumada de un cisne naciente de plata, picado de oro.

Lema: Nobilitas sola est atqve vnica virtvs (Noble se puede llamar el que por naturaleza es inclinado a la virtud).

Exponiendo el siguiente dibujo:
Abundando en lo anterior, registró don Juan Ranea recientemente sus armas recurriendo al magisterio del doctor don José María de Montells y Galán, en su calidad de Juez de armas. El resultado se materializó en un soberbio despliegue heráldico: 
Los motivos de disposición de los diferentes muebles se desgranan en esta somera explicación que trasmite el propio don Juan:

El linaje primitivo de Ranea, nacido en Galicia, en Oiro ó Boiro, según Vicente de Cadenas, trae por armas un castillo de oro, símbolo del poder señorial, ardiendo con siete cisnes blancos (símbolo de la hidalguía sin mancha desde antiguo) nadando a sus pies, orgullosos de su gesta.

Como los siete Infantes de Lara cada uno viene a significar un personaje que tuvo su grado de participación en la hazaña de tomar y destruir el castillo. Y es que, justo tras la boda de los Reyes Católicos, tuvo lugar la primera revuelta Irmandiña en Galicia, donde la pequeña nobleza y el pueblo llano se rebelaron contra los señores feudales opresores de estos, acabando con el símbolo de su poder, el castillo.

Los Reyes Católicos decretaron perdonar a los levantiscos, a cambio de que lucharan en la marca andaluza contra los moros ya cerca de Granada; así de esta manera el linaje Ranea llegó a la Axarquía malagueña.
En jefe trae tres estrellas puestas en faja, premios concedidos por derramar sangre de la cabeza por su señor en el combate.

El Cronista Oficial de la Ciudad de Burgos, en colaboración con el de Bilbao, realizó el siguiente estudio que resumo:

"El apellido Ranea pertenece a una deformación gráfica del noble linaje de Rana, muy corriente en aquellos tiempos, denominándose indistintamente Rana, Rano y Ranea. Según algunos genealogistas es oriundo de Italia donde tuvo sus primeras casas solariegas. Pasaron sus ramas a Francia fundando diversas casas y torres, más tarde pasó a España en la época de la Reconquista y se establecieron por Aragón con casa en las montañas de Huesca y Teruel. Una de sus ramas más notables en España fue la establecida en Galicia, siendo la que dio nuevas armas a este linaje. Caballeros gallegos pasaron a indias para establecerse en Venezuela, Argentina y Cuba. Menciones de su paso tenemos por Vascongadas, La Rioja y Portugal. Este linaje tiene probada su nobleza repetidas veces ante las órdenes Militares de Santiago, Carlos III y San Juan de Jerusalén (Malta) y ante Reales Chancillerías.

Sus armas: en campo de azur, un castillo de oro, ardiendo, colocado sobre ondas de agua de azur y plata, en las que nadan siete cisnes blancos; en jefe tres estrellas, de oro, puestas en faja."

Según mis investigaciones acerca de los Repartimientos de Comares, el origen de todos los Ranea es un lugar llamado "Los Ventorros de Comares” y “Lagar de Paredes”, ambas pedanías cercanas a Comares. Visitando el lugar comprobé que la mayoría de los vecinos son de apellido Ranea, así como también la mayor parte de la población de Comares tiene a Ranea como primer ó segundo apellido.

Según parece, los Ranea llegaron a Comares (Málaga), que era una fortaleza mora (desde la que veían totalmente el Mediterráneo), con la Reina Isabel La Católica, que llevó colonos del norte para la conquista y posterior repoblación.

No obstante, hoy día apenas si hay 700 personas censadas en el mundo con el apellido Ranea, la mayor parte entre España y Argentina con origen en la Axarquía malagueña y ligadas entre sí familiarmente.
En relación a los motivos de elección de los muebles de mis armas, éstos son los detalles:

Como puedes apreciar, este escudo es una revitalización del primitivo blasón Ranea, quinientos años después, que he decidido adoptar para mi rama familiar, nuevo cabo armero.

La representación del cisne quiere ser recuerdo de esa hidalguía antigua que nada entre ondas de azur y plata, representación de la extensión del mundo, con todos sus trabajos y tentaciones, herencia de aquellos siete del primitivo blasón medieval.

En abismo, he añadido una cruz especular trebolada, de sable, también llamada castrense o de las Navas de Tolosa. Cruz que refleja (“…así en la tierra como en el cielo…”) la nobleza y virtud terrenal que conduce a la salvación celestial.

Esta cruz aparece tallada en múltiples pilas bautismales como las de las catedrales de Toledo y Jaén.

Quiero citar para concluir mi argumentación un fragmento del libro de Job (7,1) en el Antiguo Testamento, que reza así: “Militia est vita hominis super terram”. Éste es nuestro sino y motivo de estas armerías.

Un fuerte abrazo

Juan Ranea y García

jueves, 16 de septiembre de 2010

ARMAS DE LA PRINCESA ANA, DUQUESA DE CALABRIA

Al hilo de la entrada en la que manifestaba el orgullo de comprobar que nuevos jóvenes siguen su vocación militar ingresando en las academias castrenses, hoy se trae a su consideración, improbable lector, un escudo encontrado en la red.
Representa las armas, no sé si atribuidas o realmente en uso, de doña Ana, duquesa de Calabria, reina en el exilio de Dos Sicilias, princesa de Francia.
La princesa doña Ana es hija de Enrique, conde de París, pretendiente orleanista al trono galo. En consecuencia trae por armas Dos Sicilias, de las que se expuso algún dato, como reina en el exilio,  partidas con las de Francia, como descendiente de los Orleáns.
La composición heráldica se adorna con la banda de dama gran cruz de la orden constantiniana de san Jorge de la que ya se habló en este tedioso blog.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

ORDEN DEL ELEFANTE

La orden dinástica del Toisón de oro fue fundada en 1429 por el duque soberano de Borgoña, Felipe III. Propia de nuestros reyes y usurpada ilegítimamente por los emperadores de Austria desde la guerra de sucesión, no admite jerarquía de pertenencia a la misma. Solamente existe una categoría: Caballero o dama del collar, poniendo así de manifiesto la voluntad del fundador de igualar, en el seno de la propia orden, a todos sus miembros.
De la misma forma, posiblemente a imitación de aquella, el rey de Dinamarca don Cristian I, en 1450, instauró una hermandad de cincuenta caballeros, origen de la orden del Elefante, con una sola categoría, idéntica a la orden del Toisón, la de caballero del collar.
Además, tras el deceso del caballero o dama de la orden, de nuevo la concomitancia con la orden del Toisón se evidencia: las insignias deben ser restituidas.
Hasta la consecución de la denominada reforma protestante, la cadena se decoraba con una imagen de María Santísima sosteniendo a un Jesús niño. Desde entonces, tanto en los eslabones de la cadena del collar, como en la propia insignia pendiente de este, se representan elefantes blancos, superados de torre de gules y cargados de cruz de plata.
Aunque la categoría es única, caballero o dama del collar, como se expresó más arriba, existe una banda, con su correspondiente placa, que sirve para significar la pertenencia a la orden en las ceremonias en las que el uso de la cadena resultaría excesivo.
De la banda, de color azul claro, pende en su nudo la misma figura que protagoniza el collar.

Por el contrario, la placa no se adorna con al figura del elefante, sino con una cruz de plata.
La orden del Elefante es la más alta condecoración que otorga el monarca de aquel reino. Consecuentemente, tan solo la ostentan en la actualidad, además de los miembros de la real familia danesa,
los jefes de Estado extranjeros que han visitado a la reina Margarita y muy destacadas personalidades de relieve internacional que se han hecho, por sus esfuerzos, acreedores de tan alta insignia.
Entre las sobresalientes figuras que la han recibido destacan el general de división británico lord Bernard Montgomery, I vizconde de Montgomery del Alamein; el general de ejército norteamericano don Dwight Eisenhower; y el primer ministro británico, nieto del VII duque Malborought, sir Winston Churchill.
Esta orden cuenta, desde 1693, reinando Cristian V, con una capilla propia en el palacio de Frederiksborg. Capilla en la que, desde entonces y aún hoy, los caballeros de orden del Elefante, y desde 1958 también las damas, exponen sus armas.
En la anterior fotografía, para concluir esta entrada, efectivamente se aprecian, es verdad que con dificultad, orladas con la banda de la orden, las armas de Sir Winston Churchill



y las de los generales Montgomery

y Eisenhower,


además de los escudos de varios miembros de la realeza europea.

martes, 14 de septiembre de 2010

SANTIAGO DEL MOLINILLO

Vallisoletano de nacimiento, don Germán Casares Alonso, conde del Órbigo, en el reino del Maestrazgo, compañero de armas y empleo, mantiene una relación de devoción, como cualquier persona con un mínimo de dignidad, hacia el pueblo de sus antepasados paternos: Santiago del Molinillo, en la provincia y antiguo reino de León.
De feraz y aun virgen vegetación, regado por dos ríos que se unen en el entorno para formar el nacimiento del Órbigo, de tan queridas resonancias medievales, el lugar debe de resultar, que aún no hemos tenido la suerte de recalar en él, de extraordinaria belleza.
El afecto de don Germán por el pueblo de sus ancestros se ha manifestado, entre otras cosas, en el deseo de dotar a la población de un escudo que lo represente gráficamente, dado que aún carecía de él, concluyente evidencia de sabiduría.
Considerando para su composición heráldica los motivos más característicos de la localidad, optó por representar estos extremos: el reino de León, el nombre del apóstol que da nombre al lugar, la unión de los ríos Omaña y Luna para formar el Órbigo y una alusión al molino de agua que completa el nombre de Santiago del Molinillo.

Autodidacta en materia heráldica, compuso el escudo que sigue en la imagen posterior.
Lamentablemente estas armas, como habrá podido apreciar improbable lector, aunque medianamente correctas para lo que puede observarse en el conjunto del armorial municipal español, son manifiestamente mejorables.
El yelmo de caballero no debe timbrar las armas de un lugar, toda vez que es atributo propio de individuo, no de colectivo (señores hidalgos de Tejada no alcen sus voces, efectivamente existirán excepciones); el león, que quiere representar al reino homónimo, aparece contornado sin necesidad; la cruz de la orden de Santiago no es necesariamente el mejor mueble parlante del apóstol; y la representación del encuentro de los dos ríos recuerda excesivamente un escudo eclesiástico, como se explicó en una lejana entrada de este tedioso blog al tratar de las armas atribuidas al mismo Dios.
Conocido el escudo por quien suscribe estas líneas, advertí del error que suponía el timbre y resolví proponer al menos una breve serie de armas, quizá más acordes al fin pretendido de convertirse en la manifestación heráldica de Santiago del Molinillo.

Para ello recurrí al símbolo de la venera, tan propio del peregrino a Santiago; al león del reino; a la rueda de molino; y a las ondas de agua de plata y azur. Estos fueron los resultados:

El más parecido al original:
Armas con los mismos muebles, a excepción de la cruz, dispuestas en un nuevo orden: 
Un escudo con los muebles parlantes del lugar junto con la representación del río Órbigo:
Y un sembrado de cruces de la orden de Santiago, con la rueda del molino:
Esos escudos representados en madera, para concluir, adornan hoy un mural situado en la entrada de la localidad, acompañando al que, por el momento al menos, sigue siendo el escudo de Santiago del Molinillo.