El ducado de Alba de Tormes, tan conocido actualmente a través de los medios de comunicación, es uno de los más antiguos de estos reinos que hoy son España.
El origen del ducado proviene de la munificencia de la alteza, que entonces los reyes aún no eran majestades, del rey de Castilla don Enrique IV,
el impotente, último representante de la dinastía Trastámara, a favor de don García Álvarez de Toledo. Con anterioridad a la creación del ducado existió un condado del mismo nombre que fue concedido a don Fernando Álvarez de Toledo, otorgado a su vez sobre la existencia de un antiguo señorío del mismo nombre.
Las armas que ostentaran los antiguos condes de Alba de Tormes, después duques de igual denominación, eran reflejo de su antigüedad: un jaquelado de plata y azur. Timbrado, en la imagen que sigue, con corona ducal.
Es el jaquelado una partición propia de las familias más antiguas de estos reinos que conforman la actual España. Basten como ejemplo no solo los conocidos Álvarez de Toledo, duques de Alba, sino los Cisneros, que llegaron a dar a la nación española un regente en la persona del cardenal don Francisco Jiménez de Cisneros, y que traían un jaquelado de oro y gules;
o los Godoy, de resonancias históricas tan funestas para España, que traían, demostrando su rancio abolengo, un jaquelado de oro y azur.
El jaquelado, no obstante, ha sufrido una
evolución heráldica que conviene aquí traer para analizar el exceso de rigorismo en el que ha caído en buena medida la ciencia heráldica. Los primeros escudos que se adoptaron por parte de los guerreros que pintaron sus escudos, a principios del siglo XII, recurrían a colorear partes de su mayor arma defensiva, su escudo, con colores planos, sin figuras. Posteriormente, al acceder el conjunto de la sociedad al uso de blasones y al convertirse en hereditarias, las armerías se fueron cargando de figuras toda vez que las simples combinaciones de colores ya eran ostentadas por las más antiguas familias.
En la época más decadente de la heráldica, aquella en la que era estudiada como ciencia, se llegó al rigorismo más absurdo, definiendo las proporciones de todas las figuras, de las particiones y de los demás elementos de los escudos, logrando con ello que perdiera en buena medida su frescura.
El caso del jaquelado es un buen ejemplo de este excesivo rigor: El jaquelado era inicialmente un verdadero damero, es decir, se trataba de una partición que buscaba representar un tablero, similar al del juego del ajedrez, con alternancia de color y metal, por medio de piezas invariablemente cuadradas.
Hoy los jaquelados representan un damero de piezas rectangulares; y es que el rigorismo en el blasonamiento de las armarías ha llevado a que, por la propia evolución de la forma de los escudos, que se han hecho más anchos, los jaqueles que forman el damero ya no sean cuadrados sino rectangulares.
Al ser definidos en su número exacto los jaqueles, por este excesivo rigorismo del que se viene hablando, las armas han perdido su disposición original, que representaba un tablero, para pasar a representar un conjunto de rectángulos.
En cualquier caso, el uso del jaquelado, una partición muy simple, viene a demostrar realmente la mucha antigüedad de uso de las armerías de la casa de Alba de Tormes.
Las vicisitudes históricas de este título se han reflejado en su heráldica haciéndola más compleja. Los señores de Alba de Tormes, después condes y posteriormente duques de la I dinastía del título, los Álvarez de Toledo, que usaron por armas el jaquelado de plata y azur, se extinguieron como tal dinastía con el fallecimiento de la XI duquesa sin descendencia. No obstante, los Silva, nombre de la dinastía posterior, siguieron utilizando idéntico blasón habida cuenta el prestigio social adquirido por las armas que se atribuían al ducado.
Con la llegada en 1802 de la tercera dinastía al ducado, la casa de Fizt-James Stuart, las armas originales del ducado se alteraron. Estos Fizt-James Stuart, duques de Berwick en el Reino Unido, son descendientes por línea ilegítima de Jacobo II. Último rey católico de Gran Bretaña quien, a pesar de su ferviente fe, no tuvo reparos en cohabitar con mujeres fuera del matrimonio.
Así, el original damero, el jaquelado de plata y azur, pasó a ocupar el cuarto cuartel de un cuartelado que recuerda vivamente las armas del soberano británico:
Primero: Contracuartelado de Francia:
en campo de azur, tres lises de oro, abreviado el sembrado de lises original del reino francés a tan solo tres, bien ordenadas;
con Inglaterra: en campo de gules tres leones pasantes, guardantes, que los ingleses dicen que son leopardos, de oro. Armas del todo conocidas históricamente al ser las que portaron tan insignes reyes de Inglaterra como Ricardo I,
corazón de león o su hermano Juan,
sin tierra.
La aparición en este contracuartelado de las armas de Francia responde a la manifestación heráldica de los pretendidos derechos de los reyes de Inglaterra sobre determinadas áreas del extinto reino galo.
Segundo: En campo de oro, león rampante de gules. En orla dos gemelas de gules adornadas con ocho flores de lis de lo mismo puestas alternadas hacia el exterior y el interior del escudo, que es Escocia.
Tercero: En campo de azur, arpa de oro, que es Irlanda. Estas armerías se atribuyen, evidentemente de forma legendaria, al bíblico rey David.
Cuarto: Las armas originales de los duques de Alba de Tormes, el jaquelado de plata y azur.
El escudo actual ha mantenido, a pesar de su cambio de diseño, la cimera original que emparenta a la casa de Alba con los Ángelos del imperio romano de oriente, por medio de la figura de ángel.
Ángel que porta espada flamígera de gules y que viste un tabardo con las armas originales de los Álvarez de Toledo, el jaquelado de plata y azur.