Se hizo mención en este blog, hace unos días, a las armas que el príncipe de Asturias ostenta desde su publicación en el BOE, por medio del RD 284 de 2001. Sus armas son las siguientes:
Se habló del acierto heráldico de incluir en sus armas un lambel de azur. El lambel es esa faja azul con tres pendientes que impiden ver en su totalidad los cuarteles correspondientes a los reinos de Castilla y de León.
Pues bien, la fotografía que acompaña estas líneas ha sido extraída de Internet. En el escudo que aparece se puede apreciar con claridad, pese a su posición, un lambel de plata. Son, sin duda, las armas de un príncipe inglés. En tiempos medievales Inglaterra poseía medio reino de Francia, de ahí las lises. Y se reconoce que es un príncipe por el lambel de plata.
En el Reino Unido se tiene muy en cuenta la brisura. La brisura es la adición de piezas y muebles a las armas originales de un linaje para determinar a qué descendiente del poseedor original pertenece un escudo.
En España, la brisura, brisar las armas, carece de sentido, salvo en las de la Real Familia, al coincidir con las del reino, con las de la nación. Y carece de sentido la brisura por las dos siguientes razones:
Primero: En España, en todos los reinos que la conforman, que son estos,
la posesión de un escudo no es privilegio de ningún estamento. Posee armas, como se ha expuesto en varias ocasiones, quien quiera tenerlas. La condición única es que no coincidan con otras ya existentes. En consecuencia no son merced que se otorga por mérito. Así, carecería de sentido determinar qué parentesco de descendencia se tiene con el primer poseedor de la merced.
Y segundo: Como explicó en mas de una ocasión el rey de armas don Vicente de Cadenas y al hilo de la razón primera, en España,
el escudo es la representación gráfica del apellido. Entendiendo por tal, la pertenencia a una familia, a un linaje. Es decir, lo que pretende un escudo en España es demostrar, gráficamente, la pertenencia a una familia. Nada más. Al contrario que en el Reino Unido que demuestra la concesión real para usar escudo, consecuencia de un mérito contraído.