Hoy, que es sábado treinta de enero, el XXXV príncipe de Asturias celebra el cuadragésimo segundo aniversario de su nacimiento.
En consecuencia, además de felicitar a tan egregio Señor y exponer sus armas se propone la visita a una página de wikipedia que recoge algunos de los escudos que ostentaron anteriores príncipes de Asturias.
Además, se vuelve a traer el enlace para apreciar el rigor legislativo del Real Decreto de creación del estandarte del príncipe.
Para conocer más sobre la numeración de los príncipes de Asturias se recomienda la lectura del artículo del maestro don José Luis Sampedro Escolar, enmarcado en la página de la real academia de heráldica: http://www.insde.es/ramhg/admin/data/Ppes_Asturias.pdf
En consecuencia, además de felicitar a tan egregio Señor y exponer sus armas se propone la visita a una página de wikipedia que recoge algunos de los escudos que ostentaron anteriores príncipes de Asturias.
Además, se vuelve a traer el enlace para apreciar el rigor legislativo del Real Decreto de creación del estandarte del príncipe.
Para conocer más sobre la numeración de los príncipes de Asturias se recomienda la lectura del artículo del maestro don José Luis Sampedro Escolar, enmarcado en la página de la real academia de heráldica: http://www.insde.es/ramhg/admin/data/Ppes_Asturias.pdf
Remite unas líneas don Francisco Domingo Larrosa Gil, cuyas armas son las que siguen,
ahondando en lo expuesto en una
Apreciado don José Juan:
Para un profano en la materia, un servidor, me parece que existen ciertas diferencias entre ambas expresiones vexilológicas, las cuales detallo en documento anexo, siendo las más evidentes que la bandera de la ciudad de Valencia data del siglo XIV y su ceñidor es de oro y la de la Comunidad Valenciana (conseguida por la modificación-adaptación de la anterior) es del pasado siglo XX y la zona por donde se ciñe de gules (rojo).
(El mensaje de referencia decía:)

«Y es cierto que la señal por los muy altos Reyes de Aragón otorgada y confirmada a la dicha Ciudad era y es su propia señal Real de bastones o barras amarillas y rojas. [...] El muy alto señor Rey ahora reinante por su propia iniciativa y su mera generosidad considerándo así Su Merced como fue bien servido por la dicha ciudad señaladamente en la reciente guerra de Castilla, especialmente en los dos asedios y más principalmente en el segundo y último de aquellos realizados sobre ella (Valencia) por el Rey de Castilla añadió la dicha corona a la dicha señal».
(la zona por donde se ciñe la corona viene en color rojo –gules en heráldica- con el fin de sintonizar con las barras y para no replicar el formato con la bandera de la ciudad de Valencia (ceñidor de oror), la cual es la misma que usa la Generalidad a excepción de lo referido sobre la zona por donde se ciñe la corona, entre otros pequeños detalles)

(el Rey Jaime I ciñendo corona real abierta de Aragón –real valenciana-)
Mi distinguido amigo:
De una parte, aparece dispuesto en un lugar de mayor preferencia que el Toisón de Oro si seguimos los dictados tradicionales de la Heráldica, siendo comúnmente admitido que la Orden borgoñona es más preciada que la que fundara Carlos III bajo el patronazgo de la Inmaculada.
Por otra parte, si bien es cierto que Don Juan lució en muy numerosas ocasiones las insignias de esta orden de Carlos III, no nos consta cuándo ni por quién le fuera conferida.
Saludos cordiales de su siempre amigo
Las que siguen son las palabras del marqués de la Floresta:
Mi querido amigo y compañero: respecto de la referencia sabatina en su blog a la manera correcta de llevar sobre el uniforme militar las insignias de Comendador de la Real y Distinguida Orden de Carlos III –a la que mucho me honro en pertenecer por la munificencia de la Majestad reinante-, debo señalarle mi desacuerdo.
El teniente coronel que ilustra el artículo –al que creo identificar, y por eso me sorprende aún más su proceder, porque es persona impuesta en el tema- no luce correctamente estas insignias, ya que mezcla la cruz de Caballero (sobre el pecho) con la venera de Comendador (al cuello). Y esto, en una verdadera Orden (y la de Carlos III lo es sin duda) es incorrecto, ya que o bien se es Caballero o bien se es Comendador, pero nunca ambas cosas simultáneamente.
En realidad, es como si sobre el uniforme se hubiera puesto las estrellas de capitán y debajo las de teniente coronel, bien juntas.
Así, es muy corriente ver a compañeros luciendo la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo,
junto a la Encomienda
e incluso la Placa,
lo que, sobre ser conceptualmente incorrecto –aunque sea legal-, desmerece mucho la consideración que debiera tener una Orden, reducida así a la mera condición de “chapa”, que cuantas más mejor, y perdóneme la crudeza.
Pero en las Órdenes, sean civiles o militares solamente se posee un grado, y cuando se alcanza el superior se pierde el inferior, del mismo modo que cuando se asciende a comandante se deja de ser capitán. Otra cosa, naturalmente, es que en la hoja de servicios y demás documentación del interesado se hagan constar los dos grados, ya que son dos concesiones, y por ende dos méritos.
En realidad, vista la escasa consideración que las Órdenes y Condecoraciones tienen hoy en nuestra Patria, todo esto es simplemente anecdótico, y solo llama la atención de cuatro ciudadanos, entre los que todavía me cuento.
Envía mensaje el barón de Sórvigo reenviando a su vez información del ministerio de cultura.
No es este blog prolijo en otorgar los tratamientos protocolarios debidos a las autoridades. No se trata de una especial inquina hacia este antiguo uso, sino de economía de la escritura. Así, el romano pontífice es nombrado habitualmente como papa, evitándose el engorroso santidad, al igual que se evitan las expresiones majestad, alteza, excelencia y demás. Hoy sin embargo le propongo, improbable lector, la consideración de los correctos tratamientos a dispensar a determinadas majestades.
Al igual que el rey de España es, en consecuencia con lo anterior, su católica majestad, el rey de Francia ostenta el tratamiento de cristianísima majestad, igualmente concedido y confirmado por la Iglesia desde inmemorial.
Por fin, el emperador de Austria-Hungría posee el tratamiento de apostólica majestad, título concedido por el papa Silvestre II al rey san Esteban I de Hungría.
Lo expuesto da pie a tratar el asunto del veto papal, correctamente denominado Ius exclusivae, o derecho de exclusión. Derecho que poseían sus majestades católica, cristianísima y apostólica.
Los propios reyes de España, sus católicas majestades, vetaron a lo largo de la historia a cardenales papables con relativa asiduidad.
El derecho de exclusión o veto fue finalmente suprimido por el papa san Pío X en 1904, sin abolir, no obstante, los títulos con que sus majestades católica, cristianísima y apostólica continúan adornándose.
Recientemente se ha hablado en este espacio virtual de don Fernando Martínez y Larrañaga, al exponer
Las armas de nuestro rey, don Juan Carlos:
Las armas del almirante don Juan, el padre de nuestro monarca:
Las armas que viene usando mi propio padre, don Juan José Carrión Úbeda, en un triple diseño:

Las armas de mi madre, doña Natividad Rangel Marín:
Las armas de nuestro correspondiente en Cartagena, don José Antonio Padilla Solano, en un triple diseño: 

Las armas de los marqueses de Urquijo, de quien don Fernando es familiar:
Un blasón que representa las armas de los dieciséis abuelos de don Fernando:
Las armas del actual pontífice máximo, Benedicto XVI, con su tiara correspondiente:
Un escudo que representa las armas de los cuatro costados del propio autor de todos estos diseños:
Las armas de don Francisco José Sánchez Sánchez:
Las armas de don David San Román:
Las armas de don Fernando Blanco:
Las armas de don José Millán:
Las armas del sacerdote don Juan Enrique Sánchez Moreno:
Y mis propias armas, que don Fernando tuvo la gentileza de dibujar hace ya algún tiempo:










