martes, 21 de septiembre de 2010

SERIEDAD CON HUMOR

Hoy el redactor, me divierte llamarme a mí mismo el redactor, se permite abandonar el tono serio que pretende dar a este tedioso blog, para exponer lo que sigue:

Me envía un enlace el barón de Sórvigo. Enlace en el que un individuo portugués, que firma como si de un rey de armas se tratara, Granada, a todas luces muy serio, acusa al blog de heráldica de falta de seriedad, menos mal que no a mí mismo porque sería una seria verdad.

Y efectivamente, improbable lector, este tedioso blog no es serio. Y no es serio porque voy exponiendo aquello que llama mi atención sin un orden riguroso; no es serio porque adolece de falta de continuidad, evidente en el caso de series de entradas con tema común, que comienzo y no concluyen; no es serio porque adolece habitualmente de falta de sentido del humor, que es una de las facetas más serias del ser humano; y no es serio porque su propio redactor no lo es, de hecho es bastante frívolo, intelectualmente me refiero, improbable lector, no sea mal pensado.

Pero que acusen a esta aburrida sucesión de entradas de falta de seriedad porque se nombra a quienes envían recado electrónico por el nombre con el que tienen la deferencia de firmar es, además de una evidente ausencia de sentido del humor, una falta contra el sentido común.

Y es que se hizo pública una nota relativa al triste deceso del duque soberano de Parma en el exilio, don Carlos Hugo, firmada por el duque de Candía tal como se recibió en el correo electrónico. Y la gravísima acusación de falta de seriedad contra este tedioso blog proviene de una, efectivamente, grave razón: el título de duque de Candía no se recoge en la aburrida relación de la guía de títulos y grandezas del reino que edita, cada mucho tiempo, el ministerio de justicia, que Dios guarde.

Me permito añadir una nota desfavorable sobre la guía de títulos: también adolece de una falta de sentido del humor notable; casi comparable a la de las reales ordenanzas, excepción hecha en este último texto, naturalmente, del artículo que establece que la justicia imperará en los ejércitos de forma tal que nada se esperará del favor ni se temerá de la arbitrariedad, que como chanza, resulta bastante ingeniosa (es broma).

Volviendo al asunto en cuestión, los títulos que no aparecen en la guía del ministerio no deben ser ostentados en España. Es verdad. La legislación así lo establece. Lamentablemente, no he podido comprarme la guía porque la reciente reducción de un sueldo, ya previamente exiguo, me impide adquirir cosas superfluas, o mejor prescindibles refiriendome a un texto editado por un ministerio. No se trata de una crítica hacia el quehacer político, que ni puedo ni debo comentar, siquiera los aciertos, de quienes nos gobiernan, se trata tan solo de constatar una realidad. Cabe aquí añadir que, a fin de cuentas, tampoco es que nadie me haya engañado: meses antes de ingresar en la academia militar me comentó un compañero de estudios, hijo de coronel, que la milicia me aseguraría los garbanzos diarios pero que, lamentablemente, solo los garbanzos, no tendría saldo en la cuenta para añadirles chorizo. (La inclusión en el mismo párrafo de las palabras chorizopolítico es fruto de la coincidencia, que luego todo se malinterpreta).

En consecuencia, al no poder comprobar la titulación nobiliaria con la que cada cual me remite sus mensajes con el rigor, y sobre todo seriedad, que se exige al redactor de este blog se exponen tal cual se reciben. Para eso existen doctos miembros de la comunidad heráldica que se encargan de corregir los supuestos excesos nobiliaristas.

El propio incitador de esta entrada, el barón de Sórvigo, gasta un título que no se recoge en la última edición de la guía de ministerio de justicia. Se trata de un nombre de ficción, de un alias, de un apodo, de un pseudónimo, de un nombre de guerra que utiliza un muy conocido miembro de la comunidad heráldica, de profusa inteligencia, para salvaguardar su anonimato. El título es apócope de Soria, su lugar natal, y Vigo, la ciudad de nacimiento de su encantadora esposa, a la que tuvimos el honor de conocer un día que vinieron a tomar café a casa. Además, su fonía resuena de forma similar a la del lugar de celebración del Paso Honroso, Órbigo, que es localidad de gran afecto para todo heraldista que se precie de tal.

De la misma forma, es ficticio el título del marqués de Utrera, quien en tantas ocasiones ha intervenido en este blog. Parapetado tras esa denominación nobiliaria oculta su identidad un también muy conocido y sagaz hidalgo, de los de lanza en astillero y adarga antigua, muy antigua. Y no soy quien para revelar su verdadero nombre, ni corregir el uso de un título de ficción, al contrario, deberían los reponsables del ministerio de justicia conceder a tan insigne genealogista esa merced nobiliaria.

Ciertamente, para no incumplir la ley, me vería obligado a actuar de otra forma si tuviera conocimiento de que uno de esos títulos es legalmente utilizado en España por otra persona. Es decir, si una mujer me remitiera un mensaje firmando como la duquesa de Alba de Tormes y no fuera doña Cayetana, no me atrevería a comenzar una entrada del blog con las consabidas palabras: Me envía recado electrónico doña Cayetana, duquesa de Alba, para exponer…

Concluyo en fin, dando la razón al hidalgo portugués que rechaza este espacio virtual por falta de seriedad: efectivamente este blog adolece de falta, no solo de seriedad, sino de rigor documental, de sentido del humor, de continuidad y de muchas otras cosas más graves... y más serias.