domingo, 19 de septiembre de 2010

RITO CRISTIANO ORIENTAL

Hoy se propone un texto recibido desde el monasterio de Montserrat., de la mano de uno de sus monjes.

Apreciado don José Juan,

me llamo Gabriel Soler. Soy monje benedictino en la Abadía de Montserrat. Los últimos dos años he estado siguiendo semanalmente su blog de heráldica con gran interés. Le escribo para animarle a continuar con el trabajo que realiza desde esa plataforma para dar a conocer la ciencia heráldica en nuestro país, donde tan maltratada se encuentra.
Precisamente hace unos días comentaba con el P. Abad, sobre su escudo de armas, diseñado por don Armand de Fluvià, que debería estar registrado, pero que no estaba muy claro ante quien se tenía que registrar.
El cuidado de la heráldica representa, en países avanzados, un lazo con la historia, un signo de cultura y un acto de lealtad a la tradición. Según yo lo veo, España sufre un profundo síndrome de auto-odio que revierte en un olvido por parte del mismo estado de la historia y de la tradición. Realidad que se manifiesta en el olvido a que se ve reducida la heráldica, sobre todo en comparación con países como el Reino Unido.
Repasando por encima las entradas de los últimos tiempos, he observado que en una reciente se refiere usted, aunque lateralmente, a la heráldica eclesiástica oriental.
Me gustaría manifestarle un par de apuntes al respecto.
Por un lado, una reseña sobre la "corona" que usted apuntaba que visten los obispos orientales. Esa corona, de hecho, es una mitra que en aquella tradición toma esta forma, tal y como en la tradición visigótica tomaba otra, y distinta también de la mitra galicana, que es la que ha acabado imponiéndose en todo el rito latino, en una u otra hechura.
En el caso de los genéricamente llamados "orientales" el uso de la mitra es diferente a nuestro rito latino. En la tradición bizantina griega (y los melquitas se encuentran en ella) la utilizan solo los obispos, arzobispos (metropolitas) y patriarcas. En el caso de la tradición bizantina rusa, la usan también los archimandritas.
En el caso de la Iglesia Armenia, lo mismo la unida a Roma que la no unida, incluso los párrocos usan mitra en forma oriental, mientras que los obispos usan una mitra semejante a la latina. En el caso de la Iglesia Maronita, los obispos acostumbran a usan una mitra también de tipo latino, aunque los ornamentos sea de tipo sirio.
La fotografía que ha dispuesto usted en la entrada del Concilio Vaticano II muestra a dos obispos de la Iglesia Greco católica Ucraniana, distinguibles por el tipo de maforion que visten, con grandes cruces rojas sobre fondo blanco, distinto al que llevan los melquitas.
Por otro lado, dispone en la entrada una fotografía del escudo del Patriarca Gregorio III Lakham, que es Patriarca de Antioquia, Alejandría, Jerusalén y todo el Oriente.
El título completo del Patriarca Gregorios Laham es el siguiente: Patriarca de las ciudades de Antioquía, Alejandría y Jerusalén, de Cilícia, de Iberia, de Arabia Mesopotamia, de Pentápolis, de Etiopía, de todo Egipto y de todo el Oriente, Padre de Padres, pastor de Pastores, Obispo de Obispos y Decimotercero de entre los Santos Apóstoles.Por títulos no quedan...
Finalmente, la Iglesia Melquita celebra según el rito bizantino, pero habitualmente usa el árabe como lengua de culto, en lugar del griego. Los melquitas son, por decirlo de forma muy genérica, los árabes que, después del Concilio de Calcedonia, siguieron fieles a la doctrina del Concilio y se mantuvieron unidos a la Gran Iglesia, a la iglesia imperial ( de ahí melquita, de melki... rey). Mas tarde, en el s.XVII, debido a problemas étnicos entre griegos y árabes, esta iglesia se escindió en dos patriarcados griegos de Antioquia, uno griego étnicamente griego, y uno griego de expresión árabe, que se unió a Roma y que es aquel que llamamos habitualmente melquita.
Hoy en día existen, al menos, cinco patriarcados de Antioquia, ninguno de los cuales tiene la sede en esa ciudad: el Sirio, el Siro-católico, el Griego, el Melquita (griego-católico) y el Maronita (de liturgia y tradición básicamente siria, pero muy contaminado por latinismos y establecido solamente en el Líbano y la diáspora libanesa).
En fin, solo quería contribuir de alguna forma a este trabajo suyo, del cual tantos nos beneficiamos. Espero seguir leyendo sus entradas y quedo a su disposición para todo aquello en que pueda serle de ayuda.

Termino estas líneas manifestándole de nuevo mi simpatía y poniéndome a su disposición para todo aquello en que pueda serle de ayuda. Rezo por usted y su familia.

Cordialmente,

Dom Gabriel Soler, OSB.