Como me decía el sedicente marqués de Utrera en este blog se habla de todo. Y es que hoy se trae a su consideración, improbable lector, un anillo.Como en todas las familias decentes, en la mía tenemos una tía soltera. Doña María. Doña María Rangel y Marín, Peinado y Villa, cuyas armas son estas: Señora distinguida, siempre ha sabido rodearse de otras amigas sin pareja que compartieran sus aficiones a los conciertos, al teatro, al buen cine y a las meriendas en los mejores restaurantes de Madrid.Amistades de toda una vida, el grupo, que la edad ha ido reduciendo, ha quedado ya muy mermado. Una de las pruebas más evidentes de la cordialidad que unía a este grupo de señoritas ha venido manifestado a través de los regalos póstumos. Regalos que, habitualmente, manifestaban más una prueba de amistad que un deseo de transmisión de dinero.Una de las amigas con las que más trato alcanzó a tener mi tía fue doña Dolores Jiménez, natural de Solares, Santander, afincada en Madrid desde bien joven. Con domicilio en la puerta contigua la que ocupa mi tía, doña Dolores, Lolita, pasó muchas horas de compañía rezando el rosario con mi abuela viuda y con mi tía. Su agradecimiento testamentario se materializó en la entrega póstuma de un anillo que no alcanzaba un gran valor monetario pero sí revelaba una amistad sincera.Doña Dolores era la hija única del famoso concertista de violín don Julián Jiménez. El anillo que dejó en testamento a mi tía María fue el mismo que la infanta Isabel, la chata, entregó en 1930 a su padre.Anillo que vestía en su mano la infanta y del que se despojó, con la dignidad propia de las princesas, para agradecer, en el entreacto de un concierto, el virtuosismo de don Julián, al que acababa de escuchar emocionada, un solo de violín.Anillo que, al cabo de los años, ha servido de nuevo para manifestar un agradecimiento, una prueba póstuma de amistad al pasar a manos de mi tía María.
sábado, 21 de noviembre de 2009
viernes, 20 de noviembre de 2009
jueves, 19 de noviembre de 2009
RELIQUIA DEL EMPERADOR CARLOS I DE AUSTRIA
Se ha recibido en el correo del blog la siguiente nota de prensa:
RECEPCIÓN DE LA RELIQUIA DEL BEATO CARLOS I, EMPERADOR DE AUSTRIA, EN LA BASÍLICA DE LA MERCED, EN BARCELONA
El pasado 31 de octubre tuvo lugar en la Basílica Parroquial de Nª. Sª. de la Merced y S. Miguel Arcángel, de Barcelona, un solemne Oficio Pontifical, presidido por S. E. Rª. Monseñor Jaime Traserra y Cunillera, Obispo de Solsona y Vice Gran Prior de la S. y M. Orden Constantiniana de S. Jorge, con motivo de la recepción de una reliquia “ex ossibus” del Beato Carlos I, Emperador de Austria, Rey de Bohemia y Rey Apostólico de Hungría (1887-1922), beatificado por S. S. el Papa Juan Pablo II el 3 de Octubre de 2004. Esta reliquia es la primera del beato Carlos que se venera en España y fue postulada por el Señor Obispo de Solsona a instancias de la Real Delegación de la Orden Constantiniana en Cataluña.
Ofició S. E. Rª. D. Jorge Farré, Párroco de la Basílica y Gran Prior Coadjutor de la Orden para el Principado de Cataluña, junto con otros eclesiásticos de la Orden, procedentes de varias diócesis, ocupando sitiales de honor, en el lado del Evangelio del presbiterio los nietos del Beato, SS. AA. II y RR. los Archiduques Simeón y María de Austria, que ostentaron la representación del Gran Maestre de la Orden, S.A.R. el Infante D. Carlos, Duque de Calabria.Finalizada la celebración eucarística, se trasladó solemnemente la reliquia a la Capilla de S. Miguel Arcángel, donde se colocó un retrato del Beato del que es autor el caballero de la Orden Ilmo. Sr. D. Emilio Bonet Donato, mientras se entonaban las letanías de los santos y se cantaban las laudes carolíngias. Finalmente los Archiduques, el Obispo con el clero y una representación de los caballeros constantinianos, subieron al camarín de la Virgen de la Merced para venerar la sagrada imagen y firmar, en la Capilla Angélica, un acta y el Libro de Oro de la Basílica.Al acto asistieron los Excmos. Srs. Teniente General D. Fernando Torres González, Inspector General del Ejército, y D. Gustavo Gutiérrez Mainar, General Jefe de la Tercera Subinspección General Pirenaica y Comandante Militar de Barcelona y Tarragona; representantes de la Lugartenencia de España Oriental de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, la S. O. M. y H. de S. Juan de Jerusalén (Orden de Malta), R. Cuerpo de la Nobleza de Cataluña, Maestranzas de Granada y Zaragoza, las Hermandades del Santo Cáliz, de Valencia, de Infanzones de Nª. Sª. de la Caridad, de Illescas, y de S. Fernando, de Sevilla, Estamento Militar del Principado de Gerona, Antiquísima y Muy Ilustre Cofradía de Nobles de Sª. María del Portillo, de Zaragoza, Antiguo e Ilustre Solar de Tejada y el Cuerpo de la Nobleza de Asturias. La representación de la Orden Constantiniana estaba encabezada por el Excmo. Sr. D. Francesc Xavier Montesa, Delegado de la Orden en el Principado de Cataluña, acompañado por numerosos caballeros y damas de la Orden entre los que se encontraba el Excmo. Sr. D. Amadeo M. Rey, Vice Auditor General y Consejero de la Real Diputación.
Los actos finalizaron con un almuerzo en el “Círculo Ecuestre”.
Ofició S. E. Rª. D. Jorge Farré, Párroco de la Basílica y Gran Prior Coadjutor de la Orden para el Principado de Cataluña, junto con otros eclesiásticos de la Orden, procedentes de varias diócesis, ocupando sitiales de honor, en el lado del Evangelio del presbiterio los nietos del Beato, SS. AA. II y RR. los Archiduques Simeón y María de Austria, que ostentaron la representación del Gran Maestre de la Orden, S.A.R. el Infante D. Carlos, Duque de Calabria.Finalizada la celebración eucarística, se trasladó solemnemente la reliquia a la Capilla de S. Miguel Arcángel, donde se colocó un retrato del Beato del que es autor el caballero de la Orden Ilmo. Sr. D. Emilio Bonet Donato, mientras se entonaban las letanías de los santos y se cantaban las laudes carolíngias. Finalmente los Archiduques, el Obispo con el clero y una representación de los caballeros constantinianos, subieron al camarín de la Virgen de la Merced para venerar la sagrada imagen y firmar, en la Capilla Angélica, un acta y el Libro de Oro de la Basílica.Al acto asistieron los Excmos. Srs. Teniente General D. Fernando Torres González, Inspector General del Ejército, y D. Gustavo Gutiérrez Mainar, General Jefe de la Tercera Subinspección General Pirenaica y Comandante Militar de Barcelona y Tarragona; representantes de la Lugartenencia de España Oriental de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, la S. O. M. y H. de S. Juan de Jerusalén (Orden de Malta), R. Cuerpo de la Nobleza de Cataluña, Maestranzas de Granada y Zaragoza, las Hermandades del Santo Cáliz, de Valencia, de Infanzones de Nª. Sª. de la Caridad, de Illescas, y de S. Fernando, de Sevilla, Estamento Militar del Principado de Gerona, Antiquísima y Muy Ilustre Cofradía de Nobles de Sª. María del Portillo, de Zaragoza, Antiguo e Ilustre Solar de Tejada y el Cuerpo de la Nobleza de Asturias. La representación de la Orden Constantiniana estaba encabezada por el Excmo. Sr. D. Francesc Xavier Montesa, Delegado de la Orden en el Principado de Cataluña, acompañado por numerosos caballeros y damas de la Orden entre los que se encontraba el Excmo. Sr. D. Amadeo M. Rey, Vice Auditor General y Consejero de la Real Diputación.
Los actos finalizaron con un almuerzo en el “Círculo Ecuestre”.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
MENSAJE DEL MARQUÉS DE LA FLORESTA SOBRE LAS ARMAS DE DOÑA LEONOR
Remite unas líneas quien probablemente más sabe de heráldica en España: Don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, marqués de la Floresta. En su mensaje trata el asunto, expuesto hace unos días, relativo a las armas que debería tomar como propias la infanta doña Leonor, hija primogénita del príncipe de Asturias. Las que siguen son sus palabras:
Estimado amigo Carrión:
En relación con las armerías propuestas para Doña Leonor, estoy de acuerdo con usted: una vez recuperada la añeja costumbre de brisar las armas del Príncipe de Asturias al uso del siglo XVI, las de su primogénita deberían igualmente brisarse. Aunque sea costumbre algo extraña al sistema heráldico español.
El precedente de la brisura en las armerías de unos Príncipes de Asturias son del siglo XVI (el Príncipe Don Felipe, el Príncipe Don Carlos, el otro Príncipe Don Felipe), como demostré documentalmente en 1991 a partir del Armorial de Beaulaincourt (Archivo de Palacio) y de otros documentos de la Real Academia de la Historia. Después no ha habido ningún otro caso. En todo ello me siguió poco más tarde el reconocido heraldista Sr. Menéndez Pidal de Navascués, que se valió de mis trabajos de investigación sin citarme, sin duda por un olvido involuntario.
Ciertamente, mi tesis de entonces fue, y es, que en una Monarquía constitucional, las Armas del Rey y las Armas Nacionales deben estar reservadas a la Majestad reinante. En ello me dieron la razón tanto la Real Academia de la Historia, de la que me honro en formar parte, como la propia Casa de S.M. el Rey, cuando hace diez años se decidió a adoptar unas Armas propias para el Príncipe de Asturias, de Gerona y de Viana.Por último, el Sr. García-Menacho, a pesar de su buena voluntad, demuestra no conocer bien una parte del sistema heráldico. La costumbre de rodear un escudo femenino con sendas palmas, o con una palma y un ramo de mirto, tiene una justificación simbólica muy precisa: la palma representa la fecundidad (haber tenido hijos), y el mirto el amor conyugal (estar casada). S.A.R. la Serenísima Señora Infanta Doña Leonor, ni tiene edad para casarse, ni se ha casado, ni mucho menos ha tenido hijos. Todavía. A menos que el Sr. García-Menacho, por otra parte destacado artillero, esté haciendo gala de una capacidad notable de predicción del futuro...
Pero en todo caso, la propuesta de este militar es de agradecer -aunque no sea del todo afortunada-, porque viene a producir un interesante debate en la comunidad heráldica hispana.
Un cordial saludo del MARQUÉS DE LA FLORESTA
Estimado amigo Carrión:
En relación con las armerías propuestas para Doña Leonor, estoy de acuerdo con usted: una vez recuperada la añeja costumbre de brisar las armas del Príncipe de Asturias al uso del siglo XVI, las de su primogénita deberían igualmente brisarse. Aunque sea costumbre algo extraña al sistema heráldico español.
El precedente de la brisura en las armerías de unos Príncipes de Asturias son del siglo XVI (el Príncipe Don Felipe, el Príncipe Don Carlos, el otro Príncipe Don Felipe), como demostré documentalmente en 1991 a partir del Armorial de Beaulaincourt (Archivo de Palacio) y de otros documentos de la Real Academia de la Historia. Después no ha habido ningún otro caso. En todo ello me siguió poco más tarde el reconocido heraldista Sr. Menéndez Pidal de Navascués, que se valió de mis trabajos de investigación sin citarme, sin duda por un olvido involuntario.
Ciertamente, mi tesis de entonces fue, y es, que en una Monarquía constitucional, las Armas del Rey y las Armas Nacionales deben estar reservadas a la Majestad reinante. En ello me dieron la razón tanto la Real Academia de la Historia, de la que me honro en formar parte, como la propia Casa de S.M. el Rey, cuando hace diez años se decidió a adoptar unas Armas propias para el Príncipe de Asturias, de Gerona y de Viana.Por último, el Sr. García-Menacho, a pesar de su buena voluntad, demuestra no conocer bien una parte del sistema heráldico. La costumbre de rodear un escudo femenino con sendas palmas, o con una palma y un ramo de mirto, tiene una justificación simbólica muy precisa: la palma representa la fecundidad (haber tenido hijos), y el mirto el amor conyugal (estar casada). S.A.R. la Serenísima Señora Infanta Doña Leonor, ni tiene edad para casarse, ni se ha casado, ni mucho menos ha tenido hijos. Todavía. A menos que el Sr. García-Menacho, por otra parte destacado artillero, esté haciendo gala de una capacidad notable de predicción del futuro...
Pero en todo caso, la propuesta de este militar es de agradecer -aunque no sea del todo afortunada-, porque viene a producir un interesante debate en la comunidad heráldica hispana.
Un cordial saludo del MARQUÉS DE LA FLORESTA
martes, 17 de noviembre de 2009
ADORNOS EXTERIORES
Releyendo las entradas sobre las armas del pontífice y la falta de rigor del timbre elegido y al hilo de la reciente entrada sobre las armas que no debería adoptar la infanta doña Leonor, surge una reflexión.Efectivamente, los adornos exteriores de un escudo, como es el caso de la tiara, son eso, adornos, no son esencialmente parte de las armerías. Baste recordar que se ha rescatado la brisura del lambel, para que el heredero del rey de España no porte las armas nacionales a pesar de que el timbre de la corona de príncipe hubiera sido suficiente diferencia. Las armas del santo padre son un mantelado cargado de tres muebles de honda significación espiritual. Esencialmente, se trata de un escudo del todo acorde a los principios y tradiciones de la ciencia heráldica.Cabe aquí añadir una anécdota bastante simple. Algunos de los antecesores al mando, tanto de la Iglesia universal, como del reino denominado Estados Pontificios, portaron efectivamente al brazo sus propios escudos.
Y es que los papas de no hace tantos siglos, en una postura que hoy nos resultaría bochornosa, se ciñeron la espada y embrazaron su propio escudo en defensa de su poder temporal, en defensa de los Estados Pontificios.
Cómo no recordar aquí la película La agonía y el éxtasis, que hace un esbozo de la figura de Miguel Ángel. Al comienzo de la cinta, aparece un caballero, interpretado por Rex Harrison, que porta espada y embraza escudo capitaneando a sus tropas. Al desmontar, concluida la batalla, se despoja de su armadura para vestirse con la sotana blanca papal. Reflejo de una época.
Y es que los papas de no hace tantos siglos, en una postura que hoy nos resultaría bochornosa, se ciñeron la espada y embrazaron su propio escudo en defensa de su poder temporal, en defensa de los Estados Pontificios.
Cómo no recordar aquí la película La agonía y el éxtasis, que hace un esbozo de la figura de Miguel Ángel. Al comienzo de la cinta, aparece un caballero, interpretado por Rex Harrison, que porta espada y embraza escudo capitaneando a sus tropas. Al desmontar, concluida la batalla, se despoja de su armadura para vestirse con la sotana blanca papal. Reflejo de una época.
lunes, 16 de noviembre de 2009
LAS ARMAS DE LA INFANTA DOÑA LEONOR
Continuando el argumento expuesto hace ya tiempo sobre la necesidad de brisar las armas de los infantes de España con lambel se desea de nuevo ahondar en tan particular materia.
Hoy se proponen a su consideración, improbable lector, las armas que no debería tomar para sí misma doña Leonor de Borbón y Ortiz, de Grecia y Rocasolano, heredera del heredero.
Siendo hija de príncipe de Asturias, el decreto de 1987 del que se habló en este blog, le otorga la condición de infanta de España. En la imagen que sigue las armas de cuatro de las otras cinco infantas:Recientemente hemos recibido un dibujo de las armas que se han diseñado para la doña Leonor por un justamente afamado heraldista, el teniente coronel don Eduardo García-Menacho y Osset, hijo del anterior marqués de Santa Marina de quien en alguna ocasión se ha hablado en este blog.
Se trata de un escudo en losange que representa las armas de España, sin brisura de ningún tipo, timbradas con corona de infante y acoladas de unas palmas anudadas por un lazo de azur.Nuestro juicio es tan válido como cualquier otro, y nuestro juicio de valor es negativo. No es acertado que la hija del heredero adopte las armas nacionales plenas cuando su propio padre, el príncipe de Asturias, no tomó tales armas, respetando el principio que establece que solo el rey debe ostentar las armas del reino.Es verdad que el común de los heraldistas de renombre considera que los adornos exteriores son manifestación heráldica suficiente para considerar que un escudo es diferente de otro. Cómo olvidar en ese sentido el editorial de la revista Hidalguía del año 2001 de la mano de don Vicente de Cadenas, rey de armas, que vio en las recién creadas armas del príncipe de Asturias un despropósito alegando que el timbre, la corona de su dignidad, era suficiente diferencia para ser distinguidas de las armas del rey.Todos estos autores, verdaderos heraldistas de renombre e infinitamente más sabios que quien estas líneas escribe, quizá olvidan que los adornos exteriores son eso, adornos. La esencia, el núcleo que define verdaderamente unas armas, es aquella parte que queda encerrada dentro de la boca del escudo.En consecuencia, las armas que la infanta doña Leonor no debería adoptar son las armas nacionales toda vez que ni el propio heredero del rey las trae. Las armas de doña Leonor deberían brisarse con lambel, con la adición de cualquier otro mueble o con la alteración de los esmaltes del escudo nacional.
Hoy se proponen a su consideración, improbable lector, las armas que no debería tomar para sí misma doña Leonor de Borbón y Ortiz, de Grecia y Rocasolano, heredera del heredero.
Siendo hija de príncipe de Asturias, el decreto de 1987 del que se habló en este blog, le otorga la condición de infanta de España. En la imagen que sigue las armas de cuatro de las otras cinco infantas:Recientemente hemos recibido un dibujo de las armas que se han diseñado para la doña Leonor por un justamente afamado heraldista, el teniente coronel don Eduardo García-Menacho y Osset, hijo del anterior marqués de Santa Marina de quien en alguna ocasión se ha hablado en este blog.
Se trata de un escudo en losange que representa las armas de España, sin brisura de ningún tipo, timbradas con corona de infante y acoladas de unas palmas anudadas por un lazo de azur.Nuestro juicio es tan válido como cualquier otro, y nuestro juicio de valor es negativo. No es acertado que la hija del heredero adopte las armas nacionales plenas cuando su propio padre, el príncipe de Asturias, no tomó tales armas, respetando el principio que establece que solo el rey debe ostentar las armas del reino.Es verdad que el común de los heraldistas de renombre considera que los adornos exteriores son manifestación heráldica suficiente para considerar que un escudo es diferente de otro. Cómo olvidar en ese sentido el editorial de la revista Hidalguía del año 2001 de la mano de don Vicente de Cadenas, rey de armas, que vio en las recién creadas armas del príncipe de Asturias un despropósito alegando que el timbre, la corona de su dignidad, era suficiente diferencia para ser distinguidas de las armas del rey.Todos estos autores, verdaderos heraldistas de renombre e infinitamente más sabios que quien estas líneas escribe, quizá olvidan que los adornos exteriores son eso, adornos. La esencia, el núcleo que define verdaderamente unas armas, es aquella parte que queda encerrada dentro de la boca del escudo.En consecuencia, las armas que la infanta doña Leonor no debería adoptar son las armas nacionales toda vez que ni el propio heredero del rey las trae. Las armas de doña Leonor deberían brisarse con lambel, con la adición de cualquier otro mueble o con la alteración de los esmaltes del escudo nacional.
domingo, 15 de noviembre de 2009
MIS ARMAS EN PIEDRA
Don David Fernández Infante, conocido genealogista, cuyas armas son las que siguen, nos tiene acostumbrados al envío de soberbios diseños armeros. Hoy se propone a su consideración improbable lector, lo que los programas informáticos son capaces de hacer usados por un experto en la materia.Así, don Fernando ha tenido la deferencia de remitir mis propias armas con el aspecto de una representación sobre piedra. Representación digna de una fachada de casa solariega. A acompañar con cadenas tras la visita de un rey.