sábado, 11 de junio de 2011

CAPÍTULO DE LA ORDEN DE SAN HERMENEGILDO

Es costumbre inmemorial que a las más señaladas ceremonias de las órdenes de caballeros y nobiliarias, acudan representantes del resto de corporaciones.
He tenido el inmerecido honor de ser invitado a participar en el capítulo que, con carácter bienal, convoca la Real y militar orden de san Hermenegildo. El marco escogido para la ceremonia, que se celebrará Dios mediante el próximo martes, será el monasterio de El Escorial.

Se añaden algunas breves notas sobre la orden convocante.

Fundada por el rey don Fernando VII en 1814, pretendió en origen servir de adecuada recompensa a los servicios militares prestados durante la recién finalizada guerra de la Independencia. En la actualidad,  premia la constancia en el servicio, sin tacha en el historial, de los miembros de los ejércitos de las clases de oficiales y suboficiales.
La pertenencia a la Real y militar orden de san Hermenegildo se alcanza tras cumplir veinte años de servicio, sin acumular arrestos, para la categoría más básica, la de caballero cruz. 
El grado de caballero encomienda se alcanza tras superar los veinticinco años de servicio sin arrestos y por fin, cumplir treinta años con idéntica circunstancia de buen comportamiento militar da acceso a la categoría de placa.La categoría de caballero gran cruz, que además de portarse en la guerrera del uniforme en forma de placa, permite ostentar la banda, terciada sobre pecho y espalda, se merece al alcanzar el primer empleo de oficial general: General de brigada o contralmirante.
Los pasadores de las cuatro categorías señaladas son estos:
El rey ostenta la categoría de collar de la orden. 

Establece, para concluir, el artículo 342 de las Reales Ordenanzas del Ejército del Aire, que Los Caballeros de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, en la categoría de Gran Cruz, tendrán el tratamiento de Excelencia y, en la de Placa, el de Señoría.

martes, 7 de junio de 2011

JAMIESON

Aún de permiso, hoy me tomo la libertad de aburrirle, improbable lector, con una breve entrada que pretende llamar su atención sobre uno de los más altos exponentes del actual panorama artístico de la heráldica: don Andrew Stewart Jamieson, a quien sin duda ya conoce y cuyas armas preceden estas líneas.
El señor Jamieson posee página propia en la red, un verdadero recreo visual,
http://www.jamiesongallery.com//. Pero además, y este dato es bastante excepcional, cuenta con vídeos en los que muestra su arte aderezado, aunque no necesita aderezo alguno, con muy bien escogidas obras sinfónicas.
Añado los enlaces a siete de las composiciones visuales que nos ha regalado a través de la red del ancho mundo:
Parte primera:
http://www.youtube.com/watch?v=I9Npud-dYZs&feature=related
Parte segunda:
http://www.youtube.com/watch?v=ohTrbuRRb9Y&feature=related
Parte tercera:
http://www.youtube.com/watch?v=uZlHmk8dB_I
Parte cuarta:
Y parte quinta:
Un apéndice:
Y otro:
Me permito proponer a su atención un particular dibujo del autor que resulta especialmente atractivo. Dibujo que ya se usó en una entrada no muy lejana:
Efectivamente, se advierte la evolución, a través de brisuras, de las armas modernas de Francia. Armas que derivan, añadiendo bordura de gules, hacia las que ostenta nuestra actual dinastía Borbón-Anjou. Y a partir de estas últimas, en las de la familia soberana del ducado de Parma, que brisa con ocho veneras de plata la bordura de gules de nuestros monarcas.
No quiero concluir sin hacer referencia a la anterior entrada titulada ¡Adelante!

En exceso particular, no escondía una referencia a mí mismo. No pretendía albergar un mensaje críptico, ni ocultar una especial idea, ni servir de ambiguo texto que camuflara mi identidad.
En cualquier caso agradezco de veras el aluvión de correos impregnados de sentimientos de buena voluntad; y las llamadas de los más cercanos (y buenos amigos); y la preocupación sincera de todos. Pero no, insisto, no hacía referencia a mí mismo. La dirigí a un conocido que no pasa por su mejor momento.
Es evidente que no soy capaz de transmitir ideas a través de la escritura.