Es una generalidad, es decir, injusta en sí misma pero la realidad es que los habitantes del continente siempre han tenido a los ingleses por excéntricos.
Desde luego, a un militar español en su sano juicio jamás se le hubiera ocurrido disponer una flor en su gorra del uniforme, ni sobre su prenda de abrigo. Por mucho que se trate de una señal propia de la dinastía reinante.