LA CABEZA DE ENRIQUE IV DE FRANCIA
Por José Luis Sampedro Escolar
El pasado jueves 16 de diciembre se celebró en la sala de conferencias del Grand Palais de París un acto, presidido por S.A.R. el Príncipe Luis Alfonso de Borbón, Duque de Anjou y Jefe de la Casa Real de Francia, en el que se anunció a los medios informativos mundiales el reconocimiento científico de la cabeza del Rey Enrique IV de Francia. Al acto asistieron, con el natural interés, numerosos directores de Museos nacionales galos, académicos del Instituto de Francia y miembros de la Société Henri IV.
Enrique IV, descendiente agnado de los Capeto y primer rey de Francia de la dinastía de Borbón, fue asesinado en 1610, regicidio cuyo IV centenario se ha conmemorado con gran solemnidad y relieve en toda Francia, contando con la presencia de Monseñor el Duque de Anjou varias de las manifestaciones que han tenido lugar con este motivo a lo largo del año que ahora finaliza
El Príncipe Luis Alfonso anunció en el transcurso de ese acto que tratará con el Gobierno de Francia la forma más digna de devolver esta reliquia dinástica de los Borbón a la basílica parisina de Saint Denis, sede de donde fue robada sacrílegamente durante la Revolución. Es de recordar que ya hace seis años, en 2004, el Duque de Anjou presidió, junto al Archiduque Karl, Jefe de la Casa Imperial de Austria, la representación familiar que asistió a la ceremonia de depositar en la mencionada basílica el corazón del efímero y desgraciado Rey Luis XVII de Francia, víscera que había seguido unos avatares parecidos a los de la cabeza de Enrique IV y que fue igualmente cotejada y verificada tras los análisis científicos pertinentes.
La verdad es que el respeto por “toda” la memoria histórica de su Patria manifestado por el Gobierno francés debería servir de modelo a este lado de los Pirineos. Por poner sólo un ejemplo, Nicolás Sarkozy tomó formalmente posesión en Roma, en su condición de sucesor de los Reyes de Francia como Presidente de la nación, de la dignidad de canónigo de honor de la Basílica de San Juan de Letrán, conferida por la Santa Sede precisamente a Enrique IV, en 1593.
El último número del British Medical Journal asegura que la cabeza se encuentra en buen estado de conservación, manteniendo cabellos incluso de la barba. Como extraña curiosidad necrológica cabe recordar que esta parte del cadáver del monarca fue objeto de una subasta que tuvo lugar en el Hotel Drouot en 1919, pagándose por ella la exigua cantidad de tres francos, dado que nadie creía en su autenticidad. El estudio que ahora nos ocupa ha sido realizado por el Doctor Philippe Charlier, médico forense de Garches, conocido como El Indiana Jones de los Cementerios, el cual, hace ya años, demostró que Agnes Sorel, amante de Carlos VI de Francia, falleció victima de envenenamiento por mercurio, y que ciertos restos custodiados en el castillo de Chinon no podían ser de Juana de Arco, como afirmaba la tradición.