Llegados a los postres de una de las tertulias heráldicas en las que tengo el honor de participar, acompañado del marqués de Utrera y del barón de Sórvigo, surgió el asunto de los monumentos que adornan la geografía patria. En particular aquellos basados en las figuras que se disponen sobre las armerías municipales.En tal sentido hoy se llama su atención, improbable lector, sobre un monumento de la ciudad jienense de Úbeda inspirado en sus propias armas:
La corona, que es la real antigua, fue concedida como símbolo de realengo por el soberano de Castilla y León don Enrique II, primer monarca de la dinastía Trastámara. Pretendía con ello poner de manifiesto la ausencia de noble señor que poseyera la ciudad más allá del propio rey.
Los doce leones representan a los esforzados capitanes de mesnada ubetenses que protagonizaron, por orden del concejo de la ciudad, el sitio y posterior toma de la ciudad de Algeciras a los moros, entre los años 1342 y 1344.