Acompañan a esta entrada las armas del que fuera general al servicio del reino de Francia, enviado a España a apoyar a uno de los bandos en la guerra civil que asolaba el reino de Castilla y León, en el siglo XIV. Se trata del general bretón, a las órdenes del rey de Francia, Bertrand du Guesclín, quien se hiciera célebre en estos reinos por su frase: Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor, aludiendo a la defensa del que sería el rey Enrique II de Trastámara, el fratricida, en la lucha cuerpo a cuerpo contra su hermano de padre, el rey don Pedro I, el justiciero.El rey Enrique II, en atención a su ayuda, le cedió su propio condado de Trastámara, creándole además I duque de Molina.
sábado, 6 de junio de 2009
viernes, 5 de junio de 2009
ORDEN DE CABALLEROS DE SANTA MARÍA DEL PUIG
Se recupera esta antigua entrada que sigue, sobre la orden de caballeros de Santa María del Puig, al hilo de las recientes notas sobre la vigencia de las corporaciones de caballería.La palabra puig, en la lengua española denominada catalán significa montículo. Existe desde tiempos de la reconquista un célebre monasterio, cercano a la ciudad de Valencia, asentado sobre lo que se denomina el Puig de Santa María.
La fundación de este cenobio obedece a la voluntad del rey de Aragón, don Jaime I el Conquistador, en 1238, cuando iniciaba el asedio a la ciudad de Valencia.Cuenta la tradición que descubierta una imagen de María Santísima dibujada sobre una tabla por un peón de la hueste, la confió a Pedro Nolasco que atendía como capellán la campaña. Éste la hizo mostrar al rey, que consideró el hecho milagroso y ordenó edificar en el lugar una ermita que sirviera de acomodo a la tabla.Ya en 1240, ganada Valencia para la cristiandad, el rey don Jaime ordenó que fuera la imagen de María del Puig la patrona de la ciudad y encargó a la recientemente fundada orden de la Merced, la custodia y culto a la imagen y la agregación de un monasterio a la ermita.En el lugar existe aun hoy un cenobio de creación posterior que sirve como sede para la Orden de caballeros de Santa María del Puig. Como en el resto de órdenes de caballería vigentes en España, el verdadero motor de su existencia se define como la exaltación de los valores propios de la caballería.
Esta corporación no exige probar más nobleza que la derivada de los propios méritos. Méritos que definen, hoy como ayer, la verdadera nobleza. La llamada nobleza personal. La búsqueda de la honrada distinción en todos lo ámbitos de la vida personal.En tal sentido, se exige de los caballeros que deseen el acceso a la orden poseer reconocidas cualidades humanas, profesionales, culturales y religiosas.Es el vice gran maestre de la orden el general don Sabino Fernández Campo, conde de Latores, grande de España. Las que siguen son sus armas, diseñadas por don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, marqués de la Floresta, como cronista de armas de Castilla y León.El hábito capitular de la orden de caballeros de Santa María del Puig es blanco, con el escudo de la orden, aquel que iniciaba esta entrada, bordado sobre el costado izquierdo.
La fundación de este cenobio obedece a la voluntad del rey de Aragón, don Jaime I el Conquistador, en 1238, cuando iniciaba el asedio a la ciudad de Valencia.Cuenta la tradición que descubierta una imagen de María Santísima dibujada sobre una tabla por un peón de la hueste, la confió a Pedro Nolasco que atendía como capellán la campaña. Éste la hizo mostrar al rey, que consideró el hecho milagroso y ordenó edificar en el lugar una ermita que sirviera de acomodo a la tabla.Ya en 1240, ganada Valencia para la cristiandad, el rey don Jaime ordenó que fuera la imagen de María del Puig la patrona de la ciudad y encargó a la recientemente fundada orden de la Merced, la custodia y culto a la imagen y la agregación de un monasterio a la ermita.En el lugar existe aun hoy un cenobio de creación posterior que sirve como sede para la Orden de caballeros de Santa María del Puig. Como en el resto de órdenes de caballería vigentes en España, el verdadero motor de su existencia se define como la exaltación de los valores propios de la caballería.
Esta corporación no exige probar más nobleza que la derivada de los propios méritos. Méritos que definen, hoy como ayer, la verdadera nobleza. La llamada nobleza personal. La búsqueda de la honrada distinción en todos lo ámbitos de la vida personal.En tal sentido, se exige de los caballeros que deseen el acceso a la orden poseer reconocidas cualidades humanas, profesionales, culturales y religiosas.Es el vice gran maestre de la orden el general don Sabino Fernández Campo, conde de Latores, grande de España. Las que siguen son sus armas, diseñadas por don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, marqués de la Floresta, como cronista de armas de Castilla y León.El hábito capitular de la orden de caballeros de Santa María del Puig es blanco, con el escudo de la orden, aquel que iniciaba esta entrada, bordado sobre el costado izquierdo.
jueves, 4 de junio de 2009
LA NOBLEZA DE DOÑA LETIZIA, PRINCESA DE ASTURIAS
Decía mi abuela, señora distinguida ella, que nadie, nadie decente al menos, se ha muerto de verdad si no ha aparecido su esquela en el ABC. Claro que ahora que el ABC es propiedad de los vascos y se ha vuelto un periódico extraño no sé que pensaría.
En cualquier caso, su nieto, que estas líneas escribe, lee un diario gratuito que un amable inmigrante le da en mano por las mañanas antes de entrar a trabajar. En ese diario he tenido la oportunidad de leer una noticia que me ha producido cierta inquietud.Se trata de un artículo relativo a que un afamado genealogista, don José Cordero, ha descubierto, hace ya tiempo, el enlace genealógico entre doña Letizia, princesa de Asturias, y el rey de León don Fernando II, soberano entre 1157 y 1198, abuelo paterno de nuestro rey san Fernando III de Castilla y León.La noticia señala que la investigación continúa ahora su búsqueda en demanda de entronques genealógicos que apuntarían hacia don Gonzalo Fernández de Córdoba, el gran capitán. Y lo más sorprendente es que, apostilla la periodista que firma con el sugerente pseudónimo de Runrún, la Casa Real ve con buenos ojos esa investigación que haría de doña Letizia descendiente de antiquísimos héroes y reyes españoles.La genealogía es una ciencia que investiga los ascendientes de un individuo. Habitualmente, al menos en nuestro entorno, se realiza un estudio genealógico con el fin de entroncar con miembros de la nobleza para poder reclamar el acceso a cualquiera de las numerosas corporaciones nobiliarias que existen en España.Hace escasos días se apuntaban unas líneas sobre las órdenes de caballería que actúan en España, y se exponía el acierto que supone que estas corporaciones de caballeros no exijan probar más nobleza que los propios méritos. Son los méritos los que definen, hoy como ayer, la verdadera nobleza. La llamada nobleza personal. La búsqueda de la honrada distinción en todos lo ámbitos de la vida personal.¿Y es que alguien duda de la nobleza adquirida por doña Letizia en el ejercicio de su difícil papel de embajadora de España ante el mundo? ¿Alguien pone en cuestión la absoluta majestad de su comportamiento en todos los ámbitos de su vida?¿No debe considerarse ya suficiente nobleza el evidentemente difícil ejercicio de su puesto institucional como princesa de Asturias, compaginado ejemplarmente con su vida como madre de dos hijas? Y lo que es más grave, ¿es que alguien se atreve a poner en duda la nobleza de una reina de España, que en su día lo será?Nadie duda de que la investigación genealógica es siempre un sano ejercicio que reporta muchos beneficios de todo orden: Alivia la innata curiosidad de conocer nuestro pasado; reporta datos sobre personas que, aunque desconocidas, son familia; y nos apunta incluso datos médicos que pueden resultar esclarecedores de posibles enfermedades.Nuestra opinión, tan válida como cualquier otra, es que nos parece innecesario querer ennoblecer por medio de un entronque genealógico a una princesa que, por su propio título y sobre todo, por su modo vital es ejemplo de distinción y de entrega al trabajo realizado por España, meritos que definen, hoy como ayer, la verdadera nobleza.
En cualquier caso, su nieto, que estas líneas escribe, lee un diario gratuito que un amable inmigrante le da en mano por las mañanas antes de entrar a trabajar. En ese diario he tenido la oportunidad de leer una noticia que me ha producido cierta inquietud.Se trata de un artículo relativo a que un afamado genealogista, don José Cordero, ha descubierto, hace ya tiempo, el enlace genealógico entre doña Letizia, princesa de Asturias, y el rey de León don Fernando II, soberano entre 1157 y 1198, abuelo paterno de nuestro rey san Fernando III de Castilla y León.La noticia señala que la investigación continúa ahora su búsqueda en demanda de entronques genealógicos que apuntarían hacia don Gonzalo Fernández de Córdoba, el gran capitán. Y lo más sorprendente es que, apostilla la periodista que firma con el sugerente pseudónimo de Runrún, la Casa Real ve con buenos ojos esa investigación que haría de doña Letizia descendiente de antiquísimos héroes y reyes españoles.La genealogía es una ciencia que investiga los ascendientes de un individuo. Habitualmente, al menos en nuestro entorno, se realiza un estudio genealógico con el fin de entroncar con miembros de la nobleza para poder reclamar el acceso a cualquiera de las numerosas corporaciones nobiliarias que existen en España.Hace escasos días se apuntaban unas líneas sobre las órdenes de caballería que actúan en España, y se exponía el acierto que supone que estas corporaciones de caballeros no exijan probar más nobleza que los propios méritos. Son los méritos los que definen, hoy como ayer, la verdadera nobleza. La llamada nobleza personal. La búsqueda de la honrada distinción en todos lo ámbitos de la vida personal.¿Y es que alguien duda de la nobleza adquirida por doña Letizia en el ejercicio de su difícil papel de embajadora de España ante el mundo? ¿Alguien pone en cuestión la absoluta majestad de su comportamiento en todos los ámbitos de su vida?¿No debe considerarse ya suficiente nobleza el evidentemente difícil ejercicio de su puesto institucional como princesa de Asturias, compaginado ejemplarmente con su vida como madre de dos hijas? Y lo que es más grave, ¿es que alguien se atreve a poner en duda la nobleza de una reina de España, que en su día lo será?Nadie duda de que la investigación genealógica es siempre un sano ejercicio que reporta muchos beneficios de todo orden: Alivia la innata curiosidad de conocer nuestro pasado; reporta datos sobre personas que, aunque desconocidas, son familia; y nos apunta incluso datos médicos que pueden resultar esclarecedores de posibles enfermedades.Nuestra opinión, tan válida como cualquier otra, es que nos parece innecesario querer ennoblecer por medio de un entronque genealógico a una princesa que, por su propio título y sobre todo, por su modo vital es ejemplo de distinción y de entrega al trabajo realizado por España, meritos que definen, hoy como ayer, la verdadera nobleza.
ARMAR CABALLERO AL REY
Habiéndose celebrado el sábado pasado la festividad de san Fernando y al hilo de la reciente entrada sobre la hermandad de caballeros que toma por nombre el del santo rey, hoy se propone una breve anécdota.Es la relativa a la ceremonia de entronización, a través de la recepción de la orden de la caballería, que fuera tradicional en Castilla y León. En estos reinos, la mayoría de edad de los hijos de la real familia se alcanzaba en torno a los catorce años. A tal efecto se celebraba, con toda la solemnidad requerida por la ocasión, la ceremonia de admisión en la orden de la caballería, que daba verdadero valor a la madurez y consiguiente acceso a la condición de guerrero cristiano del infante real.La recepción en la orden de caballería se desarrollaba con el sabido ritual, cuya parte culminante era el momento en el que se apoyaba la hoja de la espada sobre ambos hombros del caballero al tiempo que se pronunciaban las palabras in hoc signo, dignitatem equestrem obtines, que significan, con este signo obtienes la dignidad de caballero, añadiéndose después el sabido: Que Dios y el apóstol Santiago os hagan buen caballero.Para realizar esta ceremonia, que era habitual entre todos los caballeros, no solo en el ámbito de la real familia, se requería siempre a otro caballero de más dignidad, o edad, o sabiduría, que era quien transmitía la orden de caballería. Pero, ¿quién hacía caballero al rey? ¿quien podía, entonces como hoy, considerarse por encima del rey?Para solventar esta cuestión, el ingenio medieval castellano fabricó una estatua de madera del apóstol Santiago, sedente, portando una espada.
Esta imagen, a través de un mecanismo interior, permitía manipular el brazo derecho para dejar caer la espada de la estatua sobre los hombros del rey.
El día veintisiete de noviembre de 1217, en el monasterio de las Huelgas de Burgos, el rey san Fernando, todavía soberano solo de Castilla, fue aceptado como rey, entronizado, por medio de la ceremonia de recepción en la orden de la caballería. Orden que recibió de manos de la estatua de Santiago que, aun hoy en día, puede admirarse en el cenobio burgalés.En recuerdo de aquella ceremonia, y desde hace más de sesenta años, la real hermandad de san Fernando, de la que recientemente se ha hablado en este blog, recibe siempre en esa misma fecha, veintisiete de noviembre, a los nuevos caballeros que ingresan en sus filas.
miércoles, 3 de junio de 2009
JORNADA DE CONVIVENCIA DEL SOLAR EN ZAFRA
Se ha recibido en el correo del blog un atento mensaje remitido por un distinguido hidalgo del ilustre Solar divisero de Tejada. En él se relata la jornada de convivencia celebrada el pasado fin de semana en tierras extremeñas en el marco de la conmemoración de la batalla de Clavijo, origen último del Solar.Con motivo de conmemorarse el MCLXV aniversario de la fecha que la tradición atribuye a la batalla de Clavijo, el pasado 23 de mayo un numeroso grupo de descendientes del Solar de Tejada se reunieron en la localidad extremeña de Zafra, la cual visitaron guiados por el historiador de arte doctor don Juan Carlos Rubio y Masa, comenzando por el alcázar del duque de Feria, terminado de construir en 1443, y el convento-museo de Santa Clara, fundado a comienzos del siglo XV por don Gome Suárez de Figueroa.
Parada especial mereció la iglesia de la Candelaria, de mediados del siglo XVI, donde se contemplaron el retablo barroco de la Virgen de Valvanera, costeado por los mercaderes cameranos en 1751, el escudo del Solar de Tejada del altar de las Ánimas del Purgatorio, donado en 1743 por don Domingo Martínez de Tejada, natural de Lumbreras de Cameros, así como las lápidas sepulcrales de don Manuel Martínez de Tejada, natural de Aldeanueva de Cameros, de 1762; don Manuel de San Román de Tejada y Sáenz de Santamaría, de Muro de Cameros, de1767; y de D. Julián de Torrecilla y Tejada, de Lumbreras de Cameros, de 1750.
El grupo pudo conocer dos casonas con el escudo del Solar de Tejada en sus fachadas. Una habitada por la familia Martínez de Tejada y Moreno, en el número treinta de la calle Tetuán y la mandada edificar por don Pedro Pablo Santamaría de Tejada y Martínez de San Román, de Muro de Cameros, en la calle del conde de la Corte, número cuatro; y las dieciochescas de la familia Vidaurreta, una sita en la calle de Sevilla, número 1, y la de don Cayo José López Cerraco, marqués de los Encinares, en la Plaza Grande. Estas dos familias eran naturales de Villoslada de Cameros. Además, doña Maravilla Santamaría y Martínez de Tejada y don Carlos Fernández de Tejada y Tinoco mostraron diversas ejecutorias de hidalguía de sus antepasados cameranos con escudos solariegos.
Posteriormente, el historiador y divisero don Fernando Hidalgo y Lerdo de Tejada, a quien presentó el también divisero y asesor nobiliario del Solar, don José Luis Sampedro Escolar, disertó acerca de la efeméride histórica conmemorada, bajo el título La batalla de Clavijo; entre la Historia, la Leyenda y el Mito, a cuya brillante intervención siguió un animado coloquio. Ocuparon la mesa presidencial, junto al conferenciante, el canciller del Solar de Tejada, don Tomás Rubio de Tejada y Fernández y, en representación del Solar hermano de Valdeosera, don Fidel Fernández de Tejada y Quemada.
Por último, y tras el almuerzo de hermandad celebrado en el Parador, al que asistieron igualmente diviseros del Solar de Valdeosera, se conectó por videoconferencia con Santiago de Chile para dialogar con el Alcalde Mayor del Solar de Tejada, don Guillermo García Hernández de Vinuesa.
Se ha de felicitar muy señaladamente a don Juan de la Torre y Merino de Tejada, organizador de este encuentro, por el gran éxito obtenido con su iniciativa.
Parada especial mereció la iglesia de la Candelaria, de mediados del siglo XVI, donde se contemplaron el retablo barroco de la Virgen de Valvanera, costeado por los mercaderes cameranos en 1751, el escudo del Solar de Tejada del altar de las Ánimas del Purgatorio, donado en 1743 por don Domingo Martínez de Tejada, natural de Lumbreras de Cameros, así como las lápidas sepulcrales de don Manuel Martínez de Tejada, natural de Aldeanueva de Cameros, de 1762; don Manuel de San Román de Tejada y Sáenz de Santamaría, de Muro de Cameros, de1767; y de D. Julián de Torrecilla y Tejada, de Lumbreras de Cameros, de 1750.
El grupo pudo conocer dos casonas con el escudo del Solar de Tejada en sus fachadas. Una habitada por la familia Martínez de Tejada y Moreno, en el número treinta de la calle Tetuán y la mandada edificar por don Pedro Pablo Santamaría de Tejada y Martínez de San Román, de Muro de Cameros, en la calle del conde de la Corte, número cuatro; y las dieciochescas de la familia Vidaurreta, una sita en la calle de Sevilla, número 1, y la de don Cayo José López Cerraco, marqués de los Encinares, en la Plaza Grande. Estas dos familias eran naturales de Villoslada de Cameros. Además, doña Maravilla Santamaría y Martínez de Tejada y don Carlos Fernández de Tejada y Tinoco mostraron diversas ejecutorias de hidalguía de sus antepasados cameranos con escudos solariegos.
Posteriormente, el historiador y divisero don Fernando Hidalgo y Lerdo de Tejada, a quien presentó el también divisero y asesor nobiliario del Solar, don José Luis Sampedro Escolar, disertó acerca de la efeméride histórica conmemorada, bajo el título La batalla de Clavijo; entre la Historia, la Leyenda y el Mito, a cuya brillante intervención siguió un animado coloquio. Ocuparon la mesa presidencial, junto al conferenciante, el canciller del Solar de Tejada, don Tomás Rubio de Tejada y Fernández y, en representación del Solar hermano de Valdeosera, don Fidel Fernández de Tejada y Quemada.
Por último, y tras el almuerzo de hermandad celebrado en el Parador, al que asistieron igualmente diviseros del Solar de Valdeosera, se conectó por videoconferencia con Santiago de Chile para dialogar con el Alcalde Mayor del Solar de Tejada, don Guillermo García Hernández de Vinuesa.
Se ha de felicitar muy señaladamente a don Juan de la Torre y Merino de Tejada, organizador de este encuentro, por el gran éxito obtenido con su iniciativa.
DON PEDRO LUIS DE ORLEANS-BRAGANZA Y LIGNE
Si brasil volviera a ser una monarquía imperial, el soberano, desde 1981 en que sucediera a su padre, sería don Luis Gastón de Orleans-Braganza y Baviera, don Luis I.
Éste correctísimo príncipe, ya de cierta edad y soltero, sin descendencia, tiene en su hermano don Bertrand a su legítimo sucesor, y después de éste, también soltero y sin hijos, sucederá en la soberanía de la casa de Brasil, el hermano de los anteriores, don Antonio de Orleans-Braganza y Baviera, casado con la princesa belga doña Cristina de Ligne, con sucesión de cuatro hijos, don Pedro Luis, don Rafael Antonio, doña Amelia y doña María Gabriela. En la fotografía que sigue aparecen los cuatro:
Lamentablemente, tenemos el triste sentimiento de comunicar que el primogénito, el príncipe don Pedro Luis, llamado a ser algún día soberano de la casa imperial de Brasil, viajaba en el vuelo de Air France desaparecido en el Atlántico recientemente.
El príncipe don Pedro Luis de Orleans-Braganza y Ligne, de veintiséis años, era licenciado en empresariales. Residía en Luxemburgo, aunque nació en 1983 en Río de Janeiro, ciudad a la que había acudido para visitar a algunos de sus familiares.
Éste correctísimo príncipe, ya de cierta edad y soltero, sin descendencia, tiene en su hermano don Bertrand a su legítimo sucesor, y después de éste, también soltero y sin hijos, sucederá en la soberanía de la casa de Brasil, el hermano de los anteriores, don Antonio de Orleans-Braganza y Baviera, casado con la princesa belga doña Cristina de Ligne, con sucesión de cuatro hijos, don Pedro Luis, don Rafael Antonio, doña Amelia y doña María Gabriela. En la fotografía que sigue aparecen los cuatro:
Lamentablemente, tenemos el triste sentimiento de comunicar que el primogénito, el príncipe don Pedro Luis, llamado a ser algún día soberano de la casa imperial de Brasil, viajaba en el vuelo de Air France desaparecido en el Atlántico recientemente.
El príncipe don Pedro Luis de Orleans-Braganza y Ligne, de veintiséis años, era licenciado en empresariales. Residía en Luxemburgo, aunque nació en 1983 en Río de Janeiro, ciudad a la que había acudido para visitar a algunos de sus familiares.
MEMORIA HISTÓRICA
Se insiste en mantener viva la memoria histórica. Mi contribución consistirá en un enlace: http://www.persecucionreligiosa.es/toledo/t_martires.html
martes, 2 de junio de 2009
ESCUDOS DE UNIDADES DEL EJÉRCITO DE TIERRA
Comienza con esta entrada una serie relativa a los escudos de las unidades del ejército de tierra de España. He de confesar, improbable lector, que siendo comandante del ejército del aire y habiendo observado el desorden heráldico que caracteriza al ejército al que pertenezco, siento una envidia sana al comprobar que nuestros compañeros del ejército de tierra han sabido dotarse de una simbología muy cuidada en su aspecto heráldico.
En el ámbito del ejército de tierra, es el instituto de historia y cultura militar, órgano dependiente del mando de personal, el encargado del estudio y propuesta de los diferentes escudos que simbolizarán las unidades.
La adscripción a una unidad militar es el vínculo palpable a través del que se pone de manifiesto la pertenencia a la familia castrense. Tal es su importancia que, al igual que los marineros portan en la cinta del gorro el nombre del buque o acuartelamiento de destino, nuestros compañeros del ejército de tierra disponen sobre la manga de la guerrera de su uniforme el escudo de su unidad de destino. El actual emblema del ejército de tierra es relativamente reciente. Hasta la finalización de la guerra civil, se portó sobre el uniforme el símbolo de cada una de las armas: Artillería, caballería, infantería y demás, acompañado, en su caso, de la corona real.Acabada la guerra civil, se convocó un concurso que dotara de un solo emblema a todo el ejército de tierra. El motivo que se adoptó, aunque estético, no fue, a nuestro juicio, muy acertado. El símbolo del águila no parece el más propio de un ejército de tierra. Más parece un emblema que representa al ejército del aire. Quizá un león, si es que ha de ser un animal el que signifique a la institución, hubiera sido más acertado. En cualquier caso es una apreciación personal.
El diseño del águila, además, es copia del estilo heráldico germánico. Desde inmemorial, las águilas que se dibujaron sobre escudos como motivo heráldico, en estos reinos que hoy son España, no tuvieron las alas apuntando hacia arriba, sino hacia abajo, como el águila que portaba el anterior escudo nacional.Quizá no fuera descabellado ir sopesando la posibilidad de renovar la simbología y adoptar una nueva figura que significara con más acierto al ejército de tierra español.
Como enlace introductorio se propone esta interesante página del propio ministerio de defensa.
No deseo terminar esta entrada sin mostrar mi público agradecimiento al teniente coronel don Eduardo García-Menacho y Osset, de los marqueses de Santa Marina, miembro del ejército de tierra y al teniente coronel don Pablo Meroño y Fernández, distinguido caballero del ejército del aire, por sus muy valiosas informaciones sobre este asunto.
En el ámbito del ejército de tierra, es el instituto de historia y cultura militar, órgano dependiente del mando de personal, el encargado del estudio y propuesta de los diferentes escudos que simbolizarán las unidades.
La adscripción a una unidad militar es el vínculo palpable a través del que se pone de manifiesto la pertenencia a la familia castrense. Tal es su importancia que, al igual que los marineros portan en la cinta del gorro el nombre del buque o acuartelamiento de destino, nuestros compañeros del ejército de tierra disponen sobre la manga de la guerrera de su uniforme el escudo de su unidad de destino. El actual emblema del ejército de tierra es relativamente reciente. Hasta la finalización de la guerra civil, se portó sobre el uniforme el símbolo de cada una de las armas: Artillería, caballería, infantería y demás, acompañado, en su caso, de la corona real.Acabada la guerra civil, se convocó un concurso que dotara de un solo emblema a todo el ejército de tierra. El motivo que se adoptó, aunque estético, no fue, a nuestro juicio, muy acertado. El símbolo del águila no parece el más propio de un ejército de tierra. Más parece un emblema que representa al ejército del aire. Quizá un león, si es que ha de ser un animal el que signifique a la institución, hubiera sido más acertado. En cualquier caso es una apreciación personal.
El diseño del águila, además, es copia del estilo heráldico germánico. Desde inmemorial, las águilas que se dibujaron sobre escudos como motivo heráldico, en estos reinos que hoy son España, no tuvieron las alas apuntando hacia arriba, sino hacia abajo, como el águila que portaba el anterior escudo nacional.Quizá no fuera descabellado ir sopesando la posibilidad de renovar la simbología y adoptar una nueva figura que significara con más acierto al ejército de tierra español.
Como enlace introductorio se propone esta interesante página del propio ministerio de defensa.
No deseo terminar esta entrada sin mostrar mi público agradecimiento al teniente coronel don Eduardo García-Menacho y Osset, de los marqueses de Santa Marina, miembro del ejército de tierra y al teniente coronel don Pablo Meroño y Fernández, distinguido caballero del ejército del aire, por sus muy valiosas informaciones sobre este asunto.