La entrada de ayer, relativa al municipio de Ólvega, me ha hecho recordar otras armas que también muestran llamas salientes, en esta ocasión, de lo alto de las almenas de tres castillos. Armas habituales en la decoración los pubs irlandeses de todo el mundo, a buen seguro ha podido verlas en alguna ocasión en que se encontrara en uno de estos pubs, improbable lector.
Se trata de las armas de Dublín. Dichas armas muestran hoy un campo de azur con tres castillos de plata, bien ordenados, ardientes en las almenas de las torres.
Pero en esta ocasión las llamas no aluden a actos de heroísmo como el relatado ayer. No. Es más bien fruto de la falta de rigor en la creación de escudos.
Las originales armas de Dublín eran, desde el siglo XIII, tres torres, que no castillos, alrededor de una de las puertas de acceso a la ciudad, a través de la muralla medieval que circundaba la población. Similares en su disposición a las torres que aparecen en las armas de la ciudad de Burgos:
Estas torres eran de vigilancia, evidentemente. En la central, situada sobre la puerta, se representaban dos centinelas dando la voz de alarma. Y en las dos laterales sendos arqueros aparecían de lo alto de las torres con sus arcos listos para disparar hacia la puerta. Lo evidente del mensaje que pretendían trasmitir estas armas era que los ciudadanos estaban siempre dispuestos para defender su ciudad.
Con el paso de los siglos y sobre todo, con la falta de rigor en la representación de armas, se ha llegado al actual escudo de la ciudad de Dublín. Las tres torres son ahora tres castillos. Los lienzos de la muralla han desaparecido y los soldados se han convertido en llamas.
No obstante, he leído una justificación imposible en defensa de este diseño que hace arder las torres. Diseño que más recuerda un asedio y destrucción de la ciudad que otra circunstancia. Y es que dice alguna página en la red, que las llamas sobre las torres de los castillos simbolizan, atención improbable lector, el celo de los habitantes de la ciudad en su defensa.