sábado, 8 de octubre de 2011

RESTRICCIÓN DE ESMALTES

A pesar de las reputadas voces de los maestros, a pesar de los doctos criterios de los sabios, a pesar de los sesudos informes de los expertos, la ciencia heroica obedece normas.

Y es que si la heráldica es anárquica ya no será heráldica. Será otra cosa. Quizá estética y ornamental. Más no heráldica.
¿Ah, pero es que la heráldica ya no es un arte? ¿Y el arte no es la búsqueda de la sublimación de lo estético, con la única restricción de la capacidad material? Sí. Sí a ambos. Pero el nuestro es un arte sujeto a unos criterios, a unas normas, a unos preceptos establecidos hace ocho siglos. Obedece a un método científico.

Ya concluyo, improbable lector, mi telegrama de hoy. Desde su medieval origen, ciertamente por dificultad de obtención, determinados colores no se representan sobre un escudo. La heráldica padece restricción de esmaltes.

Marrón no existe
Rosa no existe

RÉPLICA

AGRADECIMIENTO

Por don Ignacio Koblischek
Heraldista


Estimado Don José Juan:

Esta mañana he leído con emoción las palabras de don Miguel Ángel García Arteaga recordando al cabo Ancor y su agradecimiento a mi labor, aunque en realidad, no hay nada que agradecer, sino todo lo contrario, ha sido un gran privilegio para mí haber podido contribuir, aunque sea minimamente, a que su recuerdo permanezca siempre entre nosotros, y así quiero transmitirlo públicamente a Dª. Concepción Santana, quien merece toda mi admiración y respeto.

Asimismo, estamos seguros que el pequeño Angelo Ancor llevará con gran orgullo este escudo, magistralmente organizado por don Miguel Ángel, que refleja lo ocurrido la mañana en que su padre daba la vida por España.

No permitamos que el paso del tiempo olvide la generosidad, lealtad, sacrificio y, sobre todo, el amor demostrado por el heroico cabo Cristo Ancor. (q. D. g.)

viernes, 7 de octubre de 2011

MEMORIA DE LA HERÁLDICA DE UN CAÍDO

SIETE DE OCTUBRE: NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO


Por don Miguel Ángel García Arteaga
Vicesecretario General del Arzobispado Castrense de España


Estimado Don José Juan:

Hace justo un año tuvo usted la amabilidad de prestar su nada tedioso blog para publicar un recuerdo, para rendir un modesto homenaje al cabo Cristo Ancor en el aniversario de su asesinato en Afganistán.

Hoy, además de volver a recordar al soldado, deseo manifestar público agradecimiento al Señor Koblischek, el cual, al ver expuesto el dibujo del blasón que mostraba de modo simbólico lo sucedido en la mañana en que Cristo Ancor daba su vida por España, me sugirió que contactara con los familiares del Cabo por si alguno de ellos deseaba adoptar el escudo.

 


Y así lo hice. Y la familia decidió que esas armas fueran adoptadas por Angelo Ancor Cabello Marichal, hijo de Cristo Ancor.
Mi intención es, si usted me lo permite, que esta entrada sirva sobre todo para expresar el sincero agradecimiento de Doña Concepción Santana, madre del cabo y abuela de Angelo Ancor, a Don Ignacio Koblischek. Ella le agradece que haya tenido la deferencia de incluir el escudo de su nieto en el Registro Internacional de Armas Gentilicias y que habiéndole adjudicado el número 500, le haya cedido el puesto de honor y consideración que probablemente estuviese destinado a unas armas más escogidas, más vistosas o más selectas.

Don Ignacio Koblischek ha honrado a uno de los héroes de nuestros Ejércitos en la figura del hijo. Y no me cabe ninguna duda de que esto permanecerá en el corazón de Angelo Ancor Cabello Marichal para siempre.

jueves, 6 de octubre de 2011

GOULAINE

Un escudo imposible. Dos naciones secularmente enfrentadas, aún hoy aliadas a regañadientes, dimidiadas en un solo blasón.
Efectivamente, improbable lector, un caso excepcional manifestado en dos frentes:

No se otorgaron por un rey, sino por dos. Los reyes de Francia e Inglaterra.
A mayores, el agraciado con la concesión no era ni francés ni inglés, sino súbdito del duque de una Bretaña independiente aún.
Mateo, señor de Goulaine, fue amigo desde la infancia de Godofredo, el heredero del rey Enrique II de Inglaterra. Su cercanía a la familia real inglesa y su ascendencia continental le valieron, en el año 1180, el encargo papal de lograr un acuerdo entre ambos reinos.
El éxito de su misión se tradujo en tan extraño blasón. Blasón parlante de una voluntad conciliadora.
Los señores de Goulaine alcanzarían posteriormente el título de marqueses.
El castillo que les sirvió de residencia permanece habitado por tan insigne familia en la actualidad. Cerca de Nimes, en la bretaña francesa.

miércoles, 5 de octubre de 2011

MANIFIESTO


 Incumplen manifiestamente la ley de la plenitud.


El obsoleto sistema de brisuras que los inunda manifiesta una heráldica superada.


Y sin embargo, su atractivo es manifiesto.


Patrimonio Nacional ha manifestado que no admitirá que se tomen fotografías en todo el real monasterio. 


Concluyo el silogismo: la necesidad de un estudio ilustrado que ponga de manifiesto la belleza heráldica encerrada en el panteón real.

martes, 4 de octubre de 2011

LAS ARMAS DEL PONTÍFICE REINANTE

EL EMBLEMA DE S.S. BENEDICTO XVI
ADAPTACIÓN DE UN ESCUDO Y RENOVACIÓN DE LA HERÁLDICA PAPAL

Por don José Francisco Garrido Lemus

La dirección de Carmelo me solicita un artículo sobre el emblema papal de s.s. Benedicto XVI con motivo de la participación de nuestro titular cristífero en el via crucis que el Santo Padre presidirá (D.m.) con ocasión de la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

En una primera parte, voy a reunir los datos que considero más relevantes hallados en la Red a propósito de este emblema. Con ello trataré de ayudar a la comprensión del símbolo, es decir, trataré de poner en palabras la presentación plástica de su dueño que toda heráldica quiere ser. Haciendo hincapié en los cambios que el emblema de Benedicto XVI ha introducido en la tradición heráldica papal.

En un segundo apartado voy a comparar el actual emblema papal [figura 1]
con el arzobispal y cardenalicio [figura 2]
que usó Mons. Ratzinger antes de su elevación a la cátedra de S. Pedro. Aquí la intención será presentar cómo el buen hacer de un heraldista ‒en este caso de Andrea cardenal Cordero Lanza di Montezemolo‒ puesta al servicio de quien desea expresarse heráldicamente, puede ayudar a usar con eficacia y belleza este lenguaje que es la heráldica.

Como cabía esperar tras lo que acabamos de decir ‒y empezamos así nuestra primera parte‒ la más autorizada explicación de la heráldica papal del otrora Joseph cardenal Ratzinger la da el diseñador de la misma, Mons. Andrea cardenal Cordero Lanza di Montezemolo, (Nacido en Turín en 1925 se ordena sacerdote en 1954. En 1959 entra al servicio de la Sta Sede y en 1976 es nombrado secretario del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”. Desde entonces ha venido desarrollando labores diplomáticas para la Sede Apostólica. Nombrado arzobispo en 1991 y creado cardenal en 2006, se retiró en 2009. Desde 2007 es uno de los patronos de la Comisión Permanente Internacional para el Estudio de las Órdenes de Caballería y se le considera el más importante estudioso vivo de la heráldica eclesiástica.

V.http://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bcorldm.html (en inglés)
V.http://www.catholicnewsagency.com/resource.php?n=107 (en inglés)) en la página que la web de la Santa Sede dedica a este tema
(V.http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/elezione/stemma-benedict-xvi_sp.html
Esta es también la fuente de donde extraemos la imagen del emblema de s.s. Benedicto XVI.) y cuya información esencial extractamos en los párrafos siguientes.

A- Comienza el cardenal Cordero Lanza di Montezemolo tratando el escudo propiamente dicho. De él dice que tiene boca en “figura de cáliz” que considera “la [...] más utilizada en la heráldica eclesiástica”. (V.http://es.wikipedia.org/wiki/Escudo_papal Donde se encuentra una galería histórica de heráldica papal.)

En cuanto a su interior, empieza notando nuestro cardenal que “el escudo del Papa Benedicto XVI ha variado con respecto a su escudo cardenalicio: ahora es de color rojo, con capas de color oro”. En efecto, el campo desaparece tras “dos cantones laterales en los ángulos superiores en forma de ‘capa’ que ‒continúa nuestro diseñador‒ “es un símbolo de religión. Indica un ideal inspirado en la espiritualidad monástica y, más típicamente, en la benedictina. Varias órdenes o congregaciones religiosas han adoptado la forma con ‘capas’ en su escudo, como por ejemplo los carmelitas y los dominicos.” (“Aunque ‒reconoce nuestro autor‒ estos últimos lo llevaban sólo en una simbología más primitiva que la actual”. Por otra parte, la identidad de particiones entre el escudo carmelitano ‒símbolo básico, en su versión “descalza”, de nuestra heráldica corporativa‒ y el adoptado por Benedicto XVI, ya se hizo notar en GARRIDO LEMUS, José F.: “Apuntes sobre la Heráldica de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Caída y María Stma. de la Amargura”, Carmelo 2010, pp. 65-69.)

Antes de continuar, nuestro autor, refiriéndose al simbolismo de las diferentes figuras desplegadas sobre la mesa de espera apunta que Mons. Ratzinger “ya [las] había introducido en su escudo de arzobispo de Munich y Freising, y luego en el de cardenal [y que] sin embargo en la nueva composición [papal] están ordenados de modo diverso”. (De las implicaciones simbólicas y estéticas de este cambio nos ocupamos en la segunda parte del artículo.)

Continúa nuestro autor tratando la figura cargada sobre el campo de gules en “el punto más noble del escudo”, es decir, una gran concha de color oro, en la que encuentra un triple simbolismo:

1. “En primer lugar, tiene un significado teológico: alude a la leyenda atribuida a san Agustín, el cual, al encontrar en la playa a un niño que con una concha quería meter toda el agua del mar en un agujero hecho en la arena, le preguntó qué hacía. El niño le explicó su vano intento, y san Agustín comprendió la referencia a su inútil esfuerzo por tratar de meter la infinitud de Dios en la limitada mente humana. Esa leyenda tiene un evidente simbolismo espiritual, para invitar a conocer a Dios, aunque en la humildad de la inadecuada capacidad humana, acudiendo a la inagotable doctrina teológica.”

2. “Además, desde hace siglos, la concha se usa para representar al peregrino: un simbolismo que Benedicto XVI quiere mantener vivo, siguiendo las huellas de Juan Pablo II, gran peregrino por todo el mundo.” (“La casulla que usó en la solemne liturgia del inicio de su pontificado, el domingo 24 de abril [de 2005], llevaba muy evidente el dibujo de una gran concha.”
Cf.http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/elezione/stemma-benedict-xvi_sp.html)

3. “La concha es también el símbolo que se halla en el escudo del antiguo monasterio de Schotten, en Ratisbona (Baviera, Alemania), al que Joseph Ratzinger se siente espiritualmente muy vinculado.”

Tras tratar el cargo del campo, pasa nuestro autor a comentar la "capa" del escudo en la que se hallan “dos símbolos que proceden de la tradición de Baviera, que Joseph Ratzinger, al ser nombrado arzobispo de Munich y Freising, en 1977, introdujo en su escudo arzobispal”:

1. “En el cantón derecho del escudo (a la izquierda de quien lo contempla) hay una cabeza de moro al natural (o sea, de color marrón), con labios, corona y collar rojos. Es el antiguo símbolo de la diócesis de Freising , (Conservamos aquí la denominación alemana según aparece en el texto de referencia, aunque en español existe el topónimo Frisinga para designar el mismo lugar.  [V. http://www.corazones.org/santos/benedicto16/escudo.htm]

Nótese también que a diferencia de lo que ocurre en la tradición heráldica española, hay lugares de la catolicidad (como Alemania o los EE.UU.) donde las diócesis tienen representaciones heráldicas propias independientes de las que representan a sus prelados. La heráldica diocesana se reconoce por estar timbrada de mitra y no de capelo como es el caso de la episcopal.

V. Secretaría de Estado, instrucción, "Ut sive sollicite" (de 31 de marzo) n.61 Acta Apostolicæ Sedis (1969) en )
http://catholicsites.org/clericaldress/utsivesollicite.html (versión latina con traducción inglesa)) erigida en el siglo VIII, que se convirtió en archidiócesis metropolitana con el nombre de Munich y Freising en 1818, después del concordato entre Pío VII y el rey Maximiliano José de Baviera (5 de junio de 1817).” (“La cabeza de moro no es rara en la heráldica europea. Aparece aún hoy en muchos escudos de Cerdeña y Córcega, así como en varios blasones de familias nobles. También en el escudo del Papa Pío VII, Barnaba Gregorio Chiaramonti (1800-1823), aparecían tres cabezas de moro. Pero el moro en la heráldica de Italia en general lleva alrededor de la cabeza una banda blanca, que indica al esclavo ya liberado, y no está coronado, mientras que sí lo está en la heráldica germánica. En la tradición bávara, la cabeza de moro aparece con mucha frecuencia, y se denomina caput ethiopicum o moro de Freising.”
Cf.http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/elezione/stemma-benedict-xvi_sp.html

A tenor de este punto, añadimos las propias palabras de s.s. Benedicto XVI. En su libro Mi Vida, (Ratzinger, Joseph (1997): Mi vida: recuerdos (1927-1977). Madrid, Encuentro Ediciones (Traducción por Carlos D'Ors Fuhrer). ISBN 84-7490-463-3) el entonces cardenal Ratzinger explicó que utilizó la cabeza de moro como "expresión de la universalidad de la Iglesia, que no conoce ninguna distinción de raza ni de clase."
(Cf.http://www.corazones.org/santos/benedicto16/escudo.htm)

Continúa nuestro autor refiriéndose al segundo de los cantones:

2. “En el cantón izquierdo del escudo (a la derecha de quien lo contempla) hay un oso, de color marrón (al natural), que lleva una carga en el lomo. Una antigua tradición narra que el primer obispo de Freising, san Corbiniano (que nació hacia el año 680 en Chartres, Francia, y murió el 8 de septiembre del 730), al realizar un viaje a Roma a caballo, mientras atravesaba un bosque, fue atacado por un oso, que mató a su caballo. El santo obispo no sólo logró amansar al oso, sino que también lo cargó con su equipaje, obligándolo a acompañarle hasta Roma. Por eso, el oso está representado con una carga en el lomo. La simbología es fácil de interpretar: el oso domesticado por la gracia de Dios es el mismo obispo de Freising, y la carga es el peso del episcopado que lleva sobre él.”

De nuevo añadimos la explicación personal que ofrece en su autobiografía el otrora cardenal Ratzinger sobre el significado que este icono tiene en su trayectoria vital: “El oso que llevaba la carga del santo me recuerda una de las meditaciones sobre los salmos de San Agustín. En los versículos 22 y 23 del salmo 72 (73) (“Yo era un necio y no comprendía, era como un animal ante ti./ Pero yo estoy siempre contigo, tú me has tomado de la mano derecha;” Cf. http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PI6.HTM) veía él expresado el peso y la esperanza de su vida. Aquello que él ve que expresan estos versículos y que presenta en su Comentario es como un ‘autorretrato’ trazado ante Dios y, por tanto, no sólo un pensamiento piadoso, sino explicación de la vida y luz en el camino. Me ha parecido que lo que Agustín escribe aquí representa mi destino personal.” (Cf. http://www.corazones.org/santos/benedicto16/escudo.htm. También el “Saludo y oración ante la Mariensäule (Columna de la Virgen) en la Marienplatz” (9/sept/ 2006)

V“[Con] mi designación como Arzobispo de Munich y Freising [...] me convertí en el Sucesor de San Corbiniano. Desde mi niñez me tocó mucho la historia del oso que atacó y mató el caballo en el que el santo cabalgaba en un viaje a Roma. Según la leyenda, el santo castigó al oso colocando sobre sus espaldas la carga que el caballo había estado cargando. Así, el oso tenía que llevar esta carga a través de los Alpes todo el camino a Roma, y solo allí el santo lo dejó libre. En 1977, cuando tuve que enfrentar la difícil decisión de aceptar o no mi designación como Arzobispo de Munich y Freinsing, sabiendo que ello me alejaría de mi amado trabajo en la universidad, este oso con su pesado fardo me hizo recordar la interpretación de San Agustín de los versículos 22 y 23 del Salmo 73. El salmista, preguntando por qué los amigos de Dios sufren, dice: “Yo fui un necio y no entendí, parado ante ti como un tonto animal. Sin embargo, estoy continuamente contigo”. Agustín, viendo en la palabra “animal” una referencia a las bestias de carga usadas por los campesinos para el trabajo agrícola, vio aquí una imagen de sí mismo, cargado por su ministerio episcopal, sarcina episcopalis . El había escogido la vida académica, y Dios lo había llamado a convertirse en una “bestia de carga”, un animal cargado, un buen buey arando en el campo de Dios, este mundo. Pero aquí el Salmo le da luz y consuelo: así como la bestia de carga es la que más cerca permanece al agricultor y, bajo su dirección, lleva el pesado trabajo confiado a ella, así el Obispo está muy cerca de Dios, porque lleva un importante servicio para su Reino. Con estas palabras del Obispo de Hipona en mente, siempre he hallado en el oso de San Corbiniano constante valor para llevar adelante mi ministerio con confianza y alegría –hace treinta años, y nuevamente hoy en mi cargo– y para pronunciar mi "Sí" cotidiano a Dios: Me he hecho por ti una "bestia de carga", pero como tal, ‘estoy siempre contigo’ (Sal 73,23). El oso de San Corbiniano fue liberado en Roma. En mi caso, el Señor decidió de otro modo.”
Cf.http://www.mscperu.org/biblioteca/1magisterio/1benXVI/escudoBXVI.htm)

Finalizado el análisis del escudo propiamente dicho, el cardenal Cordero Lanza di Montezemolo nos propone su blasonamiento: "de color rojo, con capas de color oro, y con una concha también de color oro; en la capa derecha, una cabeza de moro al natural, con corona y un collar rojos; en la capa izquierda, un oso al natural, de lampazo, con una carga de color rojo, atada con cintas negras".

En este punto ‒antes de abordar los elementos externos al escudo‒ explica nuestro autor que en términos generales “el escudo contiene en su interior los símbolos relacionados con la persona a la que pertenece, con su ideal, con sus tradiciones, con su programa de vida y con los principios que lo inspiran y guían.”
(Cf.http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/elezione/stemma-benedict-xvi_sp.html)

Contando con esta sabia referencia a cuanto los escudos transmiten sobre sus propietarios, y a la vista del origen y simbolismo de los iconos elegidos por s.s. Benedicto XVI, creemos poder decir que el otrora Joseph Ratzinger ha deseado presentarse heráldicamente como un hombre dedicado al estudio y la difusión de la Verdad (concha), (Vemos la divisa de su heráldica cardenalicia (v. apartado B.4) como otro dato que contribuye a esta lectura) y como tal de su mensaje universal; y ello, precisamente, a través de la lectura universal de cuanto encuentra en sus circunstancias más inmediatas (moro de Freising y oso de S. Corbiniano).

B- Llegados a este punto, nuestro cardenal hace un sabio contraste entre el contenido del escudo y los elementos externos al mismo, que tienen por función manifestar “el grado, [...] la dignidad y [...] la jurisdicción de la persona”. En nuestro caso, los desgrana del siguiente modo:

1. “Desde tiempo inmemorial, es tradición que el Sumo Pontífice lleve en su emblema, alrededor del escudo, las dos llaves ‘cruzadas’ (al estilo de la cruz de san Andrés), una de color oro y otra de color plata. Varios autores las interpretan como los símbolos de los poderes espiritual y temporal [...] El evangelio de san Mateo narra que Cristo dijo a Pedro: ‘A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos’ (Mt 16, 19). Así pues, las llaves son el símbolo típico del poder dado por Cristo a san Pedro y a sus sucesores”.

2. Tanto en la heráldica civil como en la eclesiástica “siempre hay por encima del escudo una prenda para cubrir la cabeza [...] En el caso del Sumo Pontífice, ya desde los tiempos antiguos, aparece una ‘tiara’ [...] (“Al inicio era un tipo de ‘birrete’ cerrado. En 1130 fue acompañado por una corona, símbolo de la soberanía sobre los Estados de la Iglesia. Bonifacio VIII, en el año 1301, en tiempos del enfrentamiento con el rey de Francia Felipe el Hermoso, añadió una segunda corona para significar su autoridad espiritual por encima de la civil. Y Benedicto XII, en el año 1342, añadió una tercera corona, para simbolizar la autoridad moral del Papa sobre todos los monarcas civiles y reafirmar la posesión de Aviñón. Con el tiempo, al perder sus significados de carácter temporal, la tiara de plata con las tres coronas de oro se usó para representar los tres poderes del Sumo Pontífice:  orden sagrado, jurisdicción y magisterio.” Cf.http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/elezione/stemma-benedict-xvi_sp.html)

En los últimos siglos, los Papas usaron la tiara en los pontificales solemnes, y especialmente en el día de la ‘coronación’, al inicio de su pontificado. Pablo VI [...] inició la costumbre de usar una simple ‘mitra’ [...] Sin embargo, dejó la ‘tiara’ juntamente con las llaves cruzadas como símbolo de la Sede apostólica [...] El Santo Padre Benedicto XVI decidió no poner ya la tiara en su emblema personal oficial, sino sólo una simple mitra, que por tanto ya no tiene encima una pequeña esfera y una cruz, como sucedía con la tiara. La mitra pontificia representada en su escudo, como recuerdo del símbolo de la tiara, es de color plata y tiene tres franjas de color oro (los tres poderes [del sumo pontífice]: orden [sagrado], jurisdicción y magisterio), unidos verticalmente entre sí en el centro para indicar su unidad en la misma persona.” 

Por nuestra parte, valoramos la profunda lección pastoral que encierra este cambio simbólico como expresión de distanciamiento del poder meramente político, y saludamos con agrado este nuevo timbre que viene a representar al papado, entre las potestades del mundo, desde una concepción de sí mismo ‒creemos‒ más evangélica y adecuada a su papel en la sociedad actual. Sin embargo, para una disciplina como la heráldica, de tantos siglos de tradición y donde son de rigor los iconos de fácil reconocimiento, este cambio ha provocado cierto malestar, puesto que con la tiara se desecha un símbolo muy evidente e inéquivoco de la heráldica papal en favor de otro que comparte muchas de sus formas con un icono diferente, como es la mitra episcopal, usada en varios lugares de la catolicidad para timbrar la heráldica diocesana. (Añadimos que la fortuna del renovado timbre papal aparece minada por versiones del emblema de Benedicto XVI ‒no destinadas a la difusión mediática‒ que siguen fielmente el uso de la tradicional tiara pontificia.)
V. http://blogdeheraldica.blogspot.com/2009/11/tiara-papal.html

3. “En cambio, ‒continúa nuestro autor‒ un símbolo totalmente nuevo en el escudo del Papa Benedicto XVI es la presencia del ‘palio’. No es tradición, al menos reciente, que los Sumos Pontífices lo representen en su escudo. Con todo, el palio es la típica insignia litúrgica del Sumo Pontífice, y aparece con mucha frecuencia en antiguas representaciones papales. Indica la misión de pastor del rebaño a él encomendada por Cristo. En los primeros siglos, los Papas usaban una verdadera piel de cordero sobre el hombro. Luego se introdujo la costumbre de usar una banda de lana blanca, tejida con pura lana de corderos criados con ese fin. La banda llevaba algunas cruces, que en los primeros siglos eran de color negro, o a veces rojo. Ya en el siglo IV el palio era una insignia litúrgica propia y típica del Papa. La imposición del palio, por parte del Papa, a los arzobispos metropolitanos comenzó en el siglo VI. La obligación que tenían estos de pedir el palio después de su nombramiento está atestiguada desde el siglo IX [...] (“En la larga y famosa serie iconográfica de los medallones que en la basílica de San Pablo extramuros reproducen la efigie de todos los Papas de la historia (aunque en el caso de los más antiguos sus rasgos están idealizados), muchísimos Sumos Pontífices están representados con el palio, especialmente todos los que van del siglo V al XIV.” Cf. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/elezione/stemma-benedict-xvi_sp.html) Así pues, el palio no sólo es símbolo de la jurisdicción papal; también es signo explícito y fraterno de compartir esta jurisdicción con los arzobispos metropolitanos y, mediante estos, con sus obispos sufragáneos. Por tanto, es signo visible de la colegialidad y de la subsidiariedad.”

Como bien anuncia nuestro autor, junto a la aparición de la mitra papal, la del palio también supone una importante novedad que ‒del mismo modo que contrapesa plásticamente a la primera‒ complementa y extiende simbólicamente la presentación de esa concepción del papado que ‒introducida por aquella‒ es la que desea practicar Benedicto XVI.

Finaliza su artículo nuestro cardenal justificando en la heráldica pontificia la desaparición del lema o divisa (“En la heráldica en general, tanto civil como eclesiástica (especialmente en los grados inferiores) es costumbre poner bajo el escudo una banda o un pergamino que lleva un lema, o divisa. Con una palabra, o con pocas, expresa un ideal o un programa de vida.”
V.http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/elezione/stemma-benedict-xvi_sp.html) que traía la heráldica arzobispal y cardenalicia del otrora Mons. Ratzinger: ‘Cooperatores Veritatis’ . (V. figura 2)

“Esa ‒dice nuestro autor‒ sigue siendo su aspiración y programa personal, pero ya no aparece en el escudo papal [...] La falta de un lema en el escudo del Papa no significa falta de programa, sino una apertura sin exclusión a todos los ideales que derivan de la fe, de la esperanza y de la caridad.”

Así concluye su artículo explicativo del emblema de su s.s. Benedicto XVI Andrea cardenal Cordero Lanza di Montezemolo. Nadie mejor que él podría habernos ayudado a alcanzar el primer objetivo del presente artículo: la certera comprensión de este símbolo.

Comenzamos pues el segundo apartado de este artículo con la intención de exponer cómo se produjo ‒de la mano de nuestro cardenal y heraldista‒ la creación del actual emblema papal [figura 1], a partir del arzobispal y cardenalicio que usó el otrora Mons. Ratzinger [figura 2] antes de su elevación a la cátedra de san Pedro. Nuestro comentario se va a ceñir al escudo, pues no es del caso comentar aquí los cambios que per se se producen en los elementos externos para reflejar el del ministerio desempeñado por el titular del emblema.

Los citados escudos arzobispal y cardenalicio desplegaban una partición cuartelada que podríamos blasonar del siguiente modo: cuarteles primero y cuarto de oro a la cabeza de moro al natural coronado y acollarado de gules; segundo cuartel de azur al oso pasante al natural, lampasado y albardado de gules, estando la albarda cargada de sotuer de sable; y el tercer cuartel cortado ondado de azur y plata a la concha de oro y azur.

Observemos ahora las transformaciones ocurridas a cada uno de estos cuarteles con el paso de la heráldica cardenalicia a la papal:

• 1 & 4‒ El moro de Freising ‒como símbolo diocesano por derecho propio‒ no sufre alteración ninguna. Tan sólo desaparece su duplicidad ‒necesaria como único modo de partir las armas de la diócesis con las dos figuras del ideal propio del prelado. (Práctica frecuente allá donde las diócesis tienen armas propias)

• 2‒ El oso de S. Corbiniano ‒como icono largamente acuñado‒ tampoco sufre ningún cambio. Sólo se substituye el campo de azur, que lo pareaba con el tercer cuartel, por otro de oro.

• 3‒ La concha o venera conformaba un ingenioso, aunque complejo cuartel, que parece diseñado ex professo para representar la referida leyenda agustiniana. En su paso a la heráldica papal, el oro la cubre indiviso, del mismo modo que su campo se esmalta completamente de gules. Desde nuestro punto de vista, esta transformación ha supuesto una notable mejoría en el diseño, dado que de este modo el icono más universalmente reconocido ‒convenientemente simplificado‒ gana en riqueza simbólica, pues al desaparecer el partido ondado la concha ‒sin perder el poder de representación de la leyenda‒ adquiere con ello la capacidad de representar también la peregrinación con la que Benedicto XVI quiere identificar su ministerio.

No basta, sin embargo, con las referencias a los cambios ocurridos en los cuarteles para apreciar la verdadera maestría que se desprende de la transformación del escudo cardenalicio en el papal. Ésta se revela en toda su dimensión al considerar, además, el cambio de composición efectuado con los iconos que ya había elegido su propietario.

Primeramente, al desaparecer la necesidad de partir las armas diocesanas con las figuras del ideal la composición ha evolucionado ‒con el mantelado en curva‒ hacia una afortunada simplificación en la que cada icono se presenta una única ocasión, con lo que el escudo resultante ‒creemos‒ no sólo gana en claridad y elegancia, sino ‒como se ha visto‒ en riqueza significativa espléndidamente adaptada al ministerio petrino que ahora representa:

• En tanto “indica un ideal inspirado en la espiritualidad monástica” ‒como ya afirmaba más arriba su propio diseñador.

• Y en tanto la venera, el icono más universalmente reconocido ‒como queda dicho‒ gana el lugar de preminencia en la composición; convirtiéndose en verdadero eje que organiza los dos iconos que tienen una procedencia y un ámbito inmediato de reconocimiento más local y específico ;

• dimensión que ambos comparten y que les otorga necesariamente un lugar secundario respecto a la venera; tal y como se revela de manera evidente tanto por pasar a compartir campo del mismo metal en la composición como por la posición que ahora ocupan en ella.

Con lo que acabamos de decir se pone también de manifiesto la simplificación cromática ‒y no sólo compositiva‒ que ha contribuido a hacer más efectivo y bello el escudo papal: desaparecidos la plata y el azur, los restantes oro, marrón y gules no sólo refuerzan su presencia sino que la equilibran al distribuirse simétricamente sobre el escudo. Contribuyendo así a producir una entonación cromática que no sólo gana en sobriedad de elementos sino que los asocia de manera efectiva al significado de los iconos: el esmalte y el metal propiamente heráldicos (gules y oro) dominan los campos y el icono más universalmente reconocible (concha) mientras el único color del natural (marrón) se confina simétricamente a los cantones. De este modo ‒y en colaboración eficaz con la composición del escudo‒ la menor cantidad de colores y su disposición hacen la lectura de aquel más fácil y significativa.

En fin, todas estas cualidades vienen a crear un escudo papal en el que ‒volvemos a repetir‒ creemos ver magnificamente representado a su propietario del modo en que lo sugeríamos más arriba: como un hombre dedicado al estudio y la difusión de la Verdad (concha), y como tal de su mensaje universal; y ello, precisamente, a través de la lectura universal de cuanto encuentra en sus circunstancias más inmediatas (moro de Freising y oso de S. Corbiniano).

Obsérvese finalmente como se expresa esta conceptualización a través del diseño del escudo: el moro de Freising y del oso de S. Corbiniano desde su posición en los cantones se presentan como las raíces (orígenes concretos o circunstancias biográficas) a través de las que Benedicto XVI se ha alimentado espiritualmente; generando en él un deseo de estudiar y difundir la Verdad (fin universal de la vida humana) encontrada en la confluencia de aquellas circunstancias ‒del mismo modo que los cantones confluyen sobre la punta‒ y representada por la venera que desde esta posición de primacia ‒en el centro de la punta‒ parece querer desparramar por todo el mundo (peregrinación) la Verdad que representa, aunque ésta no fuera otra cosa que la poca agua que la mente humana (concha) puede apresar en el océano de la divinidad.

Sólo un experto del probado saber heráldico de Mons. Andrea cardenal Cordero Lanza di Montezemolo podría, en un esfuerzo de simplificación, crear un diseño tan rico y bien definido con el que representar la vida y el ideal de Benedicto XVI.

En conclusión, con este artículo esperamos haber satisfecho la curiosidad de sus posibles lectores sobre el simbolismo codificado en el emblema del actual sucesor de san Pedro: como la representación que supone de su visión personal del ministerio que desempeña, y como la aportación que este diseño ha representado a la historia de la heráldica papal. Secundariamente, y a través de nuestro análisis de la transformación del escudo de Mons. Ratzinger al ascender a la cátedra de S. Pedro, hemos pretendido dar una muestra de la importancia y del valor del conocimiento disciplinar a la hora de realizar un diseño heráldico. Pero principalmente, a través de este pequeño estudio esperamos haber contribuido a que nuestros hermanos tengan un mejor conocimiento de la figura del papa y del hombre que va a presidir el via crucis en el que va a participar nuestro querido titular. Porque esa y no otra es la misión de la heráldica: contar a través del símbolo quien es la persona o la institución a las que este representa.

Mayo de 2011


lunes, 3 de octubre de 2011

APORTACIÓN

MENSAJE

por don Alfonso Herrera Sánchez
Heraldista

Estimado Comandante,

Le dirijo estas líneas para expresarle, una vez más, mi simpatía y sinceras felicitaciones por su laboriosa iniciativa, dedicación constante y tono mantenido en todo momento. Dejando a un lado el objeto que ha causado la querella en la que se ha visto envuelto, creo que tan lamentable episodio es una buena muestra de que tan importantes como las razones, son las formas con que éstas se expresen. Personalmente considero que no tiene justificación ni fundamento racional alguno, las posturas adoptadas por aquellos que se han encontrado agraviados por lo que no dejan de ser meras opiniones expresadas en su blog. Poco puedo añadir a los mensajes que le han dedicado los redactores otros dos conocidos blogs heráldicos. En definitiva yo también le agradezco su labor.

Por desgracia, una vez más la comunidad heráldica es un buen ejemplo de aquel dicho referido a aldeas y pueblos pequeños de '... pocos y mal avenidos'.

Me gustaría recordarle el error en que ha incurrido un heraldista muy notable al presentar el escudo de la actual Princesa de Asturias con un error considerable, brisado todo el conjunto con la diferencia del Heredero
cuando ésta debe limitarse a los cuarteles del esposo.
Error que en su momento señaló el redactor de RIAG y que puede comprobarse observando todas las armerías de las consortes reales británicas incluida la difunta Princesa de Gales.
En nuestro país podemos contemplar el lambel limitado a una de las divisiones del partido en las armas más perfectas de Isabel de Portugal, reina de Castilla, expuesta en una de las fachadas de la Cartuja de Miraflores. En este caso, la brisura está integrada en las armas paternas.

No resulta muy edificante recordar los fallos de uno de los implicados en tan lamentable discusión pero es una muestra que nos recuerda lo conveniente que es la prudencia, ya que de errar es humano por muy notable que sea la posición que alguien ocupe. A pesar de todo ello, quiero expresar mi admiración al aludido tanto por la amplitud de sus conocimientos como por su vasta y excepcional obra.

Tengo el convencimiento que detrás de todas estas diferencias, expresadas tantas veces de forma tan visceral, son resultado de la ausencia de una autoridad heráldica española OFICIAL.

Por desgracia no es el delicado momento actual el más propicio para resolver esta carencia que muchos lamentamos. Algunos, consumidos en sensibles vanidades personales, no parecen ser conscientes de la mencionada gravedad de nuestro tiempo, con el país e incluso el mundo entero jugándose en los meses próximos la salida a un ciclo desfavorable o la caída en un abismo de consecuencias tan espantosas como imposibles de prever.

Reciba un afectuoso saludo tan cordial como sincero

Alfonso Herrera Sánchez

domingo, 2 de octubre de 2011

CONTINÚA LA POLÉMICA MONTELLS

ENCORSETAR LA HERÁLDICA

Por el doctor don José María de Montells y Galán
I vizconde de Portadei, en el reino de Georgia
Juez de armas de la Orden de san Lázaro


Hojeando ahora un libro que iluminó mis días de aprendiz de heraldista, Heráldica, Ciencia de Temas Vivos por F. P. de Almeida Langhans, publicado en Lisboa en 1966, me viene al magín el artículo de un estudioso de nuestros temas que se publicó hace poco en el Blog de Heráldica y que ironizaba sobre don Juan Van Halen y también sobre mi modesta persona. Siempre es de agradecer la ironía. Muy fina la del ocurrente don Manuel G. Carmona, de Dos Hermanas, al que yo no conocía y se me revela como autor de mérito. De mucho mérito. Conoce los intríngulis del Derecho, que a mí me han sido vedados. Domina el medio y opina sobre heráldica y por si esto fuera poco, aconseja sobre la educación que uno debe tener para calificar conductas reprobables. Mil gracias. Tomo nota.

Me malicio que el sr. Carmona debe ser amigo, pero que muy amigo, del sr. Sampedro (el académico matritense) por lo que sabe de las andanzas del Marqués de la Floresta y sus cuitas. La amistad es sentimiento que nos enaltece y me parece muy respetable. Me congratula y enternece la fidelidad a los amigos y le felicito por ello.

A mí me amonesta severamente por mi admiración por don José Luis Sampedro (el otro, el académico de la Española) y me supone en contra del agitador social. La duda ofende. Soy de derechas (para entendernos) desde que nací. Admiro la literatura de un García Márquez (pongo por caso) y abomino de su castrismo. No se preocupe don Manuel G. Carmona, soy lo que antes se llamaba gente de orden. Por eso mismo, me inquieta que me crea partidario de la anarquía en los temas heráldicos que nos preocupan. No lo soy. Creo que las reglas y las normas están para ser respetadas.

Pero es que con relación a los ornamentos exteriores de un escudo, por mucho que se ponga el sr. Carmona a pontificar, la ciencia heráldica como tal, no ha dicho ni mu. Es más, es territorio libérrimo y a mí personalmente me parece muy bien que lo sea. Naturalmente, siempre que no se pretenda dar gato por liebre, que es lo que parecía desprenderse del escrito contra el blasonamiento de las armas de Floresta, que motivó mi intervención (y la de otros) Desde luego, en mi opinión y ya me expliqué por menor en este mismo Blog en la entrada del día 27 de septiembre, en las armas del marqués no hay equívocos. Y con respecto a la cruz de Malta, la Cancillería de la Orden que, por lo visto me ha dejado en muy mal lugar a ojos del ocurrente sr. Carmona, no le ha debido responder al curioso sr. Sampedro (el académico matritense, claro está) que don Alfonso Ceballos-Escalera y Gila es gran cruz de la Orden del Mérito Melitense con espadas, lo que le faculta, siempre a mi modesto entender, a hacer alusión en sus armas a la cruz de ocho puntas.

Uno cree que encorsetar la heráldica a un código preestablecido, sin abrir puertas a la imaginación y la creatividad, es camino seguro para acabar con la heráldica. Lo estamos viendo en nuestro tiempo en la denodada lucha contra el logotipo. Yo creo que la heráldica es efectivamente una ciencia (y un arte) de temas vivos y que debemos incorporar a los blasones de nuestro tiempo, muebles y ornamentos de nuestro tiempo. También insignias de nuestro tiempo, como por ejemplo, las de corporaciones nobiliarias nacidas en el siglo XX o en el XXI, que también las hay. Hace ya algunos años, intervine en el ordenamiento de un blasón de un antiguo piloto de carreras de automóviles que quería que figurase en su escudo una alusión a esa condición. Al final, se convino que un manteniente debería ser efectivamente, la figura de un piloto, con gran escándalo de quienes imaginan la heráldica como un lenguaje propio de siglos pasados.