sábado, 24 de septiembre de 2011

MENSAJE DEL SENADOR VAN HALEN

APORTACIÓN DE DON JUAN VAN HALEN

Senador del Reino


Señor Carrión:

Ante todo le felicito por su reciente cumpleaños y por la libertad de opiniones de que hace gala su blog.

Cargo ya bastantes años y no pocas experiencias como para distraer la madurez -ya nos lo aconsejó el invicto hidalgo Alonso Quijano- “en pláticas con fulleros y malandrines que acaso aspiran a medir su magro brillo en la estatura de otros”.

El ilustrado tratadista heráldico-genealógico-histórico-dinástico oriental don José Luis Sampedro socorre mi memoria y me ofrece la limosna de recordarme un hecho y una corona; los dos recuerdos son para mí gozosos. Y los dos están presentes en mi memoria porque, por fortuna y toco madera, no he recibido aún la visita del tan temido doctor alemán Alois Alzheimer.

El primer hecho que me recuerda tan digno prócer (Estamento de Próceres se denominó el Senado en su momento) es algo tan afortunado para mí como que el doctor Montells ejerció el dignísimo cargo de Director General del Gabinete de la Presidencia de la Asamblea de Madrid en mis tiempos de presidente. Lo desvela el señor Sampedro con el énfasis de quien susurra algo prohibido o nefando. No es el nombramiento del doctor Montells para ese cargo ningún secreto turbio que “haya que olvidar decir”. Se publicó en su día en el Boletín Oficial correspondiente. Cualquier mortal puede leerlo sin temor a contaminación alguna.

El segundo regalo que recibo de tan digno tratadista es su alerta sobre una grave incorrección en mis Armas. Por lo visto la corona que las timbra es impropia y, además, ilegítima. Lo primero que debería hacer en justicia es agradecer al señor Sampedro su amable advertencia. Aunque creo que lo primero ha de ser aclararle que no se trata de una corona de barón sino de conde. No se preocupe el ilustre más de la cuenta. El más mimado escrito puede tener un borrón porque la tinta es saltarina.

Y aclaro al señor Sampedro: el blasón se destinó a una obra sobre Georgia, su Casa y los españoles, por eso luce la Gran Cruz de la Orden del Águila de Georgia. Yo no lo encargué ni lo organicé pero lo autoricé, no sé siquiera quien lo dibujó, y me hizo no poca ilusión que se me solicitase desde la propia Casa. No sé si se habrá publicado en alguna otra obra de similar o cercano tema.

Y una brizna de Historia que sin duda nuestro tratadista conoce: el 12 de junio de 1820 los rusos dieron batalla a tribus caucásicas rebeldes en Joserek (Georgia) y al mando del ala de la Caballería cosaca que tomó el fuerte cabalgaba el mayor don Juan Van Halen y Sarti, antepasado directo mío. Por aquella acción recibió Van Halen las Cruces de San Wladimiro y de San Jorge, esta última la más alta condecoración imperial al valor militar. No digo que ese hecho de armas deba conocerlo el señor Sampedro por la participación de mi antepasado en él sino porque el general en jefe de aquel Ejército era el célebre Yermolov y nuestro tratadista es versado en asuntos rusos.

El 2 de marzo de 1971 el Príncipe Irakly de Bagration, jefe de la Casa de Georgia, me hizo el honor de concederme el condado de Joserek en recuerdo de mi antepasado y de aquella acción; el documento fue legitimado ante notario por su creador. Lo agradecí y lo tomé como lo que era: una muestra de afecto; sin más. No entré ni entro al caso en dinastías, ramas, derechos ni genealogías; sólo en el delicado presente. Para mí no fue otra cosa. Exclusivo valor sentimental.

Es obvio que nunca se me ocurrió utilizar en España ni en ninguna otra parte de este inhóspito mundo tal título. Aparece en esa versión del blasón –que no sé cómo llegó al blog ni quien autorizó su publicación, yo no- como homenaje de gratitud a Georgia y a la Casa de Bagration y con un destino determinado. Tranquilícese el señor Sampedro. Las Armas que utilizo como mías también están publicadas en revistas y libros históricos, incluso en las “Memorias” de don Juan Van Halen y Sarti, que llegó a teniente general y primer comandante en jefe del Ejército Belga, y a mariscal de campo en España, en donde recibió dos cruces de San Fernando. Debió ser hombre de armas tomar.

Me quita un peso de encima el digno e ilustrado tratadista heráldico de referencia cuando me excluye del directorio de los amigos que “le interesan”. No coincido con su concepto de la amistad como algo que “interesa” o no “interesa”. Nunca busqué o eludí las amistades por interés. Felicito al profesor Martínez Llorente por ser uno de los elegidos en el santoral amistoso del señor Sampedro, pero sinceramente no llego a envidiarle por ello. Que a él le escriba privadamente y a mí en el blog es una prueba de que el señor Sampedro es un espadachín que no mide la longitud de su sable en comparación con el del adversario. Ya lo escribió con gracia el dignísimo abuelo de mi amigo Alfonso Ussía:"Cuatro Quiñones son pocos / hacen falta más Quiñones".

Es la segunda vez que leo al señor Sampedro remachar algo tan obvio como que una foto dedicada del Rey a alguien tratándole en ella como titulado no supone, desde luego, la autorización regia para utilizar dicho título. Pero si se mirase el dignísimo tratadista al corazón que, para su orientación, es una víscera vital que late debajo del cobijo de la cartera, nos confesaría entre éxtasis, aunque fuese como una travesura, que le gustaría no poco tener en un marco a su nombre una de esas fotos, como titulado, dedicadas por regia mano. Pero no es el caso.
 
Lo que estoy por asegurar que le encantaría y le produciría un gozo cósmico a nuestro ilustre tratadista sería ser Caballero Gran Cruz de la Orden imperial de Santa Ana. Igualmente, supongo que habrá sido recibido en la Asamblea de la Nobleza Imperial Rusa, y desde luego, si no lo ha sido, creo que tampoco le haría ascos. Pues ambas circunstancias se dan en un servidor de Dios y del señor Sampedro, por bondad de S.A.I. el Gran Duque Wladimiro, y por nobleza hereditaria del Imperio. Pero, eso sí, la corona (de conde, no de barón) en mis Armas no es apropiada. Muy agradecido al señor Sampedro por la limosna de su sabiduría. Y por mi parte la polémica ha concluido. Me voy a atender asuntos más interesantes, como dice él. El poeta dejó escrito: “voy de mi corazón a mis asuntos” (Miguel Hernández) Lo malo es que nuestro ilustre tratadista no se fue a atender sus más interesantes asuntos en lugar de escribir sobre el personal asunto de la organización de las Armas del doctor Marqués de la Floresta, por ejemplo. La que se ha liado por su supuesto inmarcesible celo.
 
Juan Van-Halen Acedo